Página 330 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
No todos los que predican la verdad se dan cuenta de que su
testimonio y su ejemplo están decidiendo el destino de las almas. Si
son infieles en su misión, y se vuelven descuidados en su trabajo,
algunas almas se perderán como resultado de ello. Si son abnega-
dos y fieles en la obra que el Señor les ha ordenado hacer, serán
instrumentos para la salvación de muchos. Algunos permiten que
ciertas trivialidades los desvíen de la obra. Los malos caminos, la
lluvia o algunas pequeñeces en la casa son excusas suficientes para
abandonar el trabajo en favor de las almas. Y con frecuencia esto
ocurre en el momento más importante de la obra. Cuando se ha
suscitado un interés, y las mentes de la gente han sido sacudidas, se
deja que ese interés muera porque el ministro decidió dedicarse a
un campo de trabajo más fácil y placentero. Los que se conducen
de esta manera revelan claramente que la preocupación de la obra
no pesa sobre ellos. Les gusta que la gente los busque. No están dis-
puestos a soportar las privaciones y dificultades que siempre recaen
sobre el verdadero pastor.
Algunos no tienen experiencia en emprender la obra como si se
tratara de algo de vital importancia. No la emprenden con el celo y
el fervor que pondría de manifiesto que están haciendo una obra que
debe soportar la prueba del juicio. Obran demasiado confiados en
sus propias fuerzas. No hacen de Dios su confianza, y por lo tanto
los errores y las imperfecciones aparecen en todos sus esfuerzos.
No le dan a Dios la oportunidad de hacer nada en favor de ellos. No
andan por fe sino por vista. No avanzan más rápidamente ni más
allá de lo que pueden ver. Parece que no entendieran que arriesgar
algo por causa de la verdad tendría algo que ver con experiencia
religiosa.
Algunos salen de su hogar para trabajar en el campo de la evan-
gelización, pero no obran como si las verdades a las que se refieren
fueran una realidad para ellos. Sus actos ponen de manifiesto que
ellos mismos no han experimentado el poder salvador de la verdad.
Fuera del escritorio, parecería que no tienen ninguna preocupación
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por la verdad. Trabajan a veces aparentemente para ganar algo, pero
con más frecuencia para no ganar nada. Los tales se sienten con
tanto derecho al salario que reciben, como si se lo hubieran ganado;
pero su falta de consagración ha costado más trabajo, ansiedad y
dolor de corazón a los obreros que tienen sobre sí la preocupación