Página 332 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Algunos tienen la tendencia a apartarse cuando surge la oposi-
ción. Temen entrar en nuevos lugares por causa de las tinieblas y los
conflictos que esperan encontrar. Esto es cobardía. Hay que buscar a
la gente donde se encuentra. Necesitan llamamientos conmovedo-
res, como asimismo discursos prácticos y doctrinales. El precepto
respaldado por el ejemplo tendrá una poderosa influencia.
Un fiel pastor no procurará su propia comodidad ni conveniencia,
sino que trabajará teniendo en vista el interés de sus ovejas. En esta
gran obra se va a olvidar del yo; en su búsqueda de la oveja perdida
no se dará cuenta de si está cansado, tiene frío o hambre. Tiene
sólo un propósito en vista: salvar las ovejas perdidas y errantes,
sin importarle cuánto le pueda costar a él. Su salario no ejercerá
influencia alguna sobre sus labores ni lo apartará de su deber. Ha
recibido su cometido de parte de la Majestad del Cielo, y espera su
recompensa cuando haya terminado la obra que se le confió.
Los que se dedican a la enseñanza en las escuelas se preparan pa-
ra esa obra. Se califican al asistir al colegio y al interesar la mente en
el estudio. No se les permite enseñar ciencias a los niños y jóvenes,
a menos que sean capaces de hacerlo. Cuando solicitan un puesto
de maestro, tienen que rendir un examen frente a personas compe-
tentes. Es una obra importante trabajar con las mentes juveniles, e
instruirlas correctamente en el conocimiento de las ciencias. Pero,
¡de cuánta mayor importancia es la obra del ministro! Pero muchos
se incorporan a la importante tarea de interesar a hombres y mujeres
para que entren en la escuela de Cristo, donde van a aprender cómo
formar caracteres para el Cielo, cuando ellos mismos deberían ser
alumnos. Algunos que entran en el ministerio no sienten sobre sí la
responsabilidad de la obra. Han recibido ideas incorrectas acerca
de las calificaciones de un ministro. Creyeron que para ser pastor
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sólo se necesitaba un poco de estudio de las ciencias y la Palabra
de Dios. Algunos de los que están enseñando la verdad presente no
conocen sus Biblias. Son tan deficientes en el conocimiento de la
Palabra que les resulta difícil citar correctamente de memoria un
texto de las Escrituras. Al cometer torpezas, como lo suelen hacer,
están pecando contra Dios. Mutilan las Escrituras y le hacen decir a
la Biblia cosas que no están escritas en ella.
Algunos que a lo largo de sus vidas se han dejado llevar por
los sentimientos, han creído que la educación y el conocimiento