Página 353 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La temperancia cristiana
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Debierais ser muy cuidadosos y preservaros en el mejor estado de
salud de modo que podáis brindar a Dios un servicio perfecto y
cumplir con vuestras obligaciones para con la sociedad y vuestra
familia.
Pero aun los que adoptan la reforma pro salud pueden errar
en cuanto a la cantidad de comida. Pueden comer sin moderación
una comida saludable y de calidad. Algunos en esta casa erran en
cuanto a la calidad. Nunca han aceptado la reforma pro salud. Han
decidido comer y beber lo que desean y cuando les da la gana.
Están deteriorando sus organismos en este modo. No sólo esto sino
también están perjudicando a sus familias al presentarles en sus
mesas alimentos excitantes que aumentan los instintos animales de
sus hijos y los harán prestar poca atención a las comidas celestiales.
Los padres están así reforzando los instintos animales de sus hijos y
disminuyendo su capacidad espiritual. ¡Qué severo castigo tendrán
que sobrellevar en el fin! ¡Y todavía se sorprenden de que sus hijos
sean moralmente tan débiles!
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Los padres no han dado la correcta educación a sus hijos. Fre-
cuentemente manifiestan las mismas imperfecciones que se ven en
sus hijos. Comen de un modo incorrecto, y esto requiere que su
energía nerviosa se concentre en el estómago, y no les queda vitali-
dad para aplicarla en otras direcciones. No pueden controlar a sus
hijos correctamente por causa de su propia impaciencia; tampoco
pueden enseñarles el camino correcto. Quizás los tratan rudamente
e, impacientes, los golpean. He dicho que al golpear a un niño, mien-
tras permitimos que entren dos malos espíritus, sacamos sólo uno.
Castigar físicamente a un niño que se comporta mal sólo empeora
las cosas. No lo inducirá a someterse. Cuando el organismo no está
en perfectas condiciones, cuando la circulación está alterada, y el
sistema nervioso no puede hacer otra cosa que ocuparse de una
comida de mala calidad o aun de demasiada cantidad de lo que es
bueno, los padres no tienen dominio propio. No pueden darse cuenta
de la consecuencia de sus acciones. Aquí está la razón por la cual en
su relación con sus familias son más los problemas que causan que
los que solucionan. Parecen no comprender la relación que existe
entre la causa y el efecto, y obran como si fueran ciegos. Parecen
actuar como si al comportarse como salvajes glorificaran a Dios de