Página 359 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La temperancia cristiana
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comía pan integral, lo que no podía hacer antes, le hallaba buen
sabor y no perdí el apetito.
Cuando estaba escribiendo
Spiritual Gifts,
tomos tres y cuatro,
me sentí exhausta por el trabajo excesivo. Entonces comprendí que
debía cambiar mi forma de vida, y al descansar unos pocos días me
sentí bien de nuevo. Me aparté de estas cosas por principio. Me
pronuncié en favor de la reforma pro salud por principio. Y desde
ese momento, hermanos, no me habéis oído proponer una opinión
extrema acerca de la reforma pro salud de la que me haya tenido que
retractar. No he propuesto otra cosa fuera de lo que mantengo hoy.
Os recomiendo un régimen alimentario saludable y nutritivo.
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No me cuesta privarme de las cosas que producen mal aliento y
dejan mal gusto en la boca. ¿Es abnegación dejar estas cosas y llegar
a un estado en el que todo es tan dulce como la miel; en el que no
queda mal gusto en la boca y no se siente debilidad en el estómago?
Yo solía tener estos síntomas la mayor parte del tiempo. Me he
sentido desfallecer con mi hijo en los brazos una y otra vez. Nada de
esto me sucede ahora, y ¿consideraré esto como un renunciamiento,
cuando puedo presentarme ante vosotros como lo hago hoy? No
hay una mujer en cien que podría trabajar tanto como yo trabajo.
Actué por principio, no por impulso. Actué porque creía que el Cielo
aprobaría el rumbo que tomaba para llegar a estar en las mejores
condiciones de salud, y así poder glorificar a Dios en mi cuerpo y
espíritu, que son suyos.
Podemos tener una variedad de alimentos buenos y saludables,
cocinados en forma sana, de manera que agraden a todos. Y si voso-
tras, hermanas mías, no sabéis cocinar, os aconsejo que aprendáis.
Saber cocinar es de vital importancia. Por la mala cocina se pierden
más almas de lo que nos imaginamos. Produce malestar, enfermedad
y mal genio; el organismo se descompone y no se pueden discernir
las cosas celestiales. Hay más religión en un buen pan de lo que
muchos piensan. Hay más religión en una buena cocina de lo que
muchos se imaginan. Queremos que aprendáis lo que es la buena
religión, y que la practiquéis en vuestras familias. A veces, durante
mis ausencias de casa, sabía que el pan y el alimento en general que
había sobre la mesa me iban a perjudicar; pero me veía obligada
a comer un poco para sustentar la vida. Es un pecado a los ojos
del Cielo ingerir tales alimentos. He sufrido por falta de alimento