Página 406 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
pasar por no ser dignas de atención; entonces llegaría a comprender
lo eterno y estaría por encima de las pruebas menores de esta vida.
“La lengua es un fuego, un mundo de maldad”.
Santiago 3:6
. “La
cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la
ofensa”. “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el
que es impaciente de espíritu enaltece la necedad”. “Mejor es el que
tarda en airarse que el fuerte; y el que se enSeñorea de su espíritu
que el que toma una ciudad”.
Proverbios 19:11; 14:29; 16:32
. “Por
esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo
para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la
justicia de Dios”.
Santiago 1:19-20
. “El que ahorra sus palabras tiene
sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido”.
Proverbios
17:27
.
Nuestro gran Modelo fue exaltado a pie de igualdad con Dios.
Era un alto comandante en el Cielo. Todos los santos ángeles se
complacían en inclinarse ante él. “Y otra vez, cuando introduce al
Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios”.
Hebreos 1:6
. Jesús tomó sobre sí nuestra naturaleza, dejó de lado su
gloria, majestad, y riquezas para cumplir su misión, para salvar lo
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que se había perdido. No vino para ser servido, sino para servir a
los demás. Jesús, cuando fue denigrado, injuriado, e insultado, no
tomó represalias. “Quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición”.
1 Pedro 2:23
. Cuando por la crueldad del hombre sufrió
dolorosos azotes y heridas, no pronunció palabras amenazadoras,
sino que se encomendó al que juzga con rectitud. El apóstol Pablo
exhortó a sus hermanos filipenses: “Haya, pues, en vosotros este
sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres”.
Filipenses 2:5-7
. ¿Es el siervo mayor que su Señor?
Cristo nos ha dado su vida como modelo, y lo deshonramos cuando
recelamos cada desprecio, y tendemos a sentirnos agraviados por
cada herida, imaginaria o real. El hecho de que estemos preparados
para defender al yo, para preservar nuestra dignidad propia, no es
evidencia de una mente noble. Sería mejor sufrir cien veces injus-
tamente que herir el alma con un espíritu vengativo o dar rienda
suelta a la ira. Podemos obtener fuerza de Dios. El puede ayudarnos.
Puede darnos gracia y sabiduría celestial. Si pedís con fe, recibiréis,