Página 407 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La importancia del dominio propio
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pero debéis velar en oración. Velar, orar, trabajar, debiera ser vuestra
consigna.
Su esposa podría ser una bendición si sólo aceptara la respon-
sabilidad que es su obligación aceptar. Pero ha evitado las respon-
sabilidades toda su vida, y ahora está en peligro de ser influenciada
por usted, en lugar de ser ella quien lo influenciara. En vez de tener
una influencia suavizante y elevadora en usted, hay peligro de que
ella piense y actúe como usted, sin cavar hondo para ser guiada por
principio en todas sus acciones. Os compadecéis el uno del otro,
y desafortunadamente, al ejercer esta mutua influencia, tenéis una
visión equivocada de las cosas. Ella puede ejercer una buena in-
fluencia para el bien, pero tiene un carácter con rasgos de indolencia
espiritual y haraganería. No está dispuesta a hacer ningún trabajo
que no le resulte placentero o agradable. ¿Cuál fue el pecado de
Meroz? No hacer nada. No se los condenó por causa de grandes
crímenes, sino porque no vinieron en ayuda del Señor.
Se me mostró que su esposa no conoce su condición real. Evi-
taba encargarse del cuidado de la casa en su juventud y tampoco
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está dispuesta a hacerlo ahora. Tiene la tendencia a depender de
otros más bien que de sus propias capacidades. No ha fomentado
una noble independencia. Hace mucho tiempo que debiera haberse
acostumbrado a llevar cargas. No goza de buena salud. Tiene el
hígado delicado y no le gusta hacer ejercicio. No se pone a trabajar
a menos que se vea obligada a hacerlo. Ingiere aproximadamente el
doble de la cantidad de alimentos que debiera. Todo lo que llega a su
estómago, que excede la cantidad que su organismo puede convertir
en buena sangre, se transforma en desechos, que recargan el orga-
nismo que debe eliminarlos. Su organismo se ve obstaculizado en
su trabajo por una cantidad de materia que obstruye la maquinaria y
debilita su potencia vital.
Ingerir más alimentos que los que el organismo puede convertir
en buena sangre disminuye la calidad de ésta y quita más vitalidad
que el trabajo o el ejercicio físico. El comer en exceso produce
una sensación de embotamiento y letargo. Los nervios del cerebro
deben ayudar a los órganos digestivos, y así están constantemente
sobrecargados, debilitados y entumecidos. Esto da una sensación
de embotamiento a la cabeza y predispone a su esposa a sufrir
un ataque de parálisis en cualquier momento. Lo que necesita no