Página 412 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Todavía debéis ambos aprender lo que significa la abnegación.
Controle el apetito, hermano R. Dios lo ha dotado de vigor: un
capital que vale más que el dinero y que debiera apreciarse mucho
más. El vigor no puede comprarse con oro ni plata, propiedades ni
tierras. La suya es una gran posesión. Dios requiere que utilice con
criterio el capital de vigor con que lo ha bendecido. Usted es tan
mayordomo de Dios como el hombre que tiene un capital en dinero.
Es tan incorrecto que no aproveche su vigor del mejor modo como
que un hombre rico retenga codiciosamente sus riquezas porque
así le complace hacerlo. Usted no hace el esfuerzo necesario para
mantener a su familia. Puede trabajar y así lo hace si se le presenta
un trabajo conveniente a mano, pero no se esfuerza en ponerse a
trabajar considerando que es su deber utilizar su tiempo y vigor del
modo más provechoso y en el temor de Dios.
Sus negocios a veces le brindaron grandes ganancias a corto
plazo. Después de reunir un considerable capital, no se preocupó por
ahorrar para cuando no fuera tan fácil ganar dinero, sino que invirtió
mucho en necesidades imaginarias. Si usted y su esposa hubieran
comprendido que Dios les imponía la obligación de negarse los
gustos y deseos, y hacer provisión para el futuro en vez de vivir
solamente para el presente, podrían ahora haber estado en una buena
condición económica y vuestra familia podría haber gozado de las
comodidades de la vida. Tenéis que aprender una lección en la que
debéis poner todo vuestro empeño: ser ahorrativos.
La hermana R ha dependido demasiado de su esposo. Toda
su vida ha necesitado la simpatía de los demás, preocupándose
por sí misma y colocándose en el centro de atracción. Ha sido
mimada demasiado, y no ha aprendido a depender de sí misma. No
ha brindado a su esposo la ayuda que podría haberle brindado en
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las cosas temporales o espirituales. Debe aprender a soportar las
enfermedades y no darles la importancia que les da. Debe librar las
batallas de la vida por sí misma; tiene una responsabilidad individual.
Hermana R, su vida ha sido un error. Ha sentido placer en leer
de todo indiscriminadamente. Su mente no se ha beneficiado con
tanta lectura. Al seguir ávida y apresuradamente el argumento de los
relatos excita sus nervios. Si sus hijos interrumpen estas lecturas, les
habla irritada e impacientemente. No ejerce el control propio, y por
lo tanto no logra sujetar a sus hijos con una mano firme y serena. Se