Página 446 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
preciosa fe son voluntariamente ignorantes. Los rodea la luz; y sin
embargo, no se adueñan de ella. Los padres no ven la necesidad
de informarse, de obtener conocimiento, y de ponerlo en práctica
en su vida matrimonial. Si siguiesen la exhortación del apóstol, y
viviesen de acuerdo con el plan de la adición, no serían infructuosos
en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero muchos no
comprenden la obra de la santificación. Piensan que la han alcan-
zado, cuando han aprendido solamente las primeras lecciones de
la adición. La santificación es una obra progresiva; no se alcanza
en una hora ni en un día, ni se conserva luego sin que se haga un
esfuerzo especial de nuestra parte.
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Muchos padres no tienen el conocimiento que debieran tener
en la vida matrimonial. No se cuidan de manera que Satanás no les
saque ventaja ni domine su mente y su vida. No ven que Dios requie-
re de ellos que se guarden de todo exceso en su vida matrimonial.
Pero muy pocos consideran que es un deber religioso gobernar sus
pasiones. Se han unido en matrimonio con el objeto de su elección,
y por lo tanto, razonan que el matrimonio santifica la satisfacción
de las pasiones más bajas. Aun hombres y mujeres que profesan
piedad dan rienda suelta a sus pasiones concupiscentes, y no piensan
que Dios los hace responsables del desgaste de la energía vital que
debilita su resistencia y enerva todo el organismo.
El pacto matrimonial cubre pecados del más vil carácter. Hom-
bres y mujeres que profesan ser piadosos degradan su propio cuerpo
por la satisfacción de pasiones corrompidas, y así se rebajan a un
nivel más bajo que el de los brutos. Abusan de las facultades que
Dios les ha dado para que las conserven en santificación y honra.
Sacrifican la vida y la salud sobre el altar de las bajas pasiones.
Someten las facultades superiores y más nobles a las propensiones
animales. Los que así pecan ignoran el resultado de su conducta.
Si pudiesen ver cuánto sufrimiento se atraen por su complacencia
pecaminosa, se alarmarían, y algunos por lo menos rehuirían la con-
ducta pecaminosa que cobra tan espantoso salario. Es tan miserable
la existencia que arrastra una vasta clase de personas, que preferi-
rían la muerte a la vida. Muchos mueren prematuramente por haber
sacrificado su vida a la nada gloriosa satisfacción excesiva de las
pasiones animales. Sin embargo, porque están casados, piensan que
no cometen pecado alguno.