Página 452 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
esclavizar las facultades morales e intelectuales y subordinarlas a
las bajas pasiones. Se debe librar una lucha constante en contra de la
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mente carnal; y debemos recibir ayuda de la influencia purificadora
de la gracia de Dios, la que elevará la mente y la habituará a meditar
en las cosas puras y santas.
Muchos profesos observadores del sábado no sujetan el cuerpo.
Las mentes de algunos de los que han aceptado el sábado siempre
habían sido depravadas. Y cuando aceptaron la verdad no sintieron
la necesidad de hacer un cambio decisivo y darle otro rumbo a su
vida. Estuvieron muchos años siguiendo las inclinaciones de un
corazón irregenerado, lo gobernaron las corruptas pasiones de su
naturaleza carnal que habían desfigurado la imagen de Dios en ellos y
manchado todo lo que tocaran; por ende, toda su vida futura, aunque
fuese larga, resultaría demasiado corta para ascender la escalera de
Pedro hacia la perfección cristiana, preparación necesaria para entrar
en el reino de Dios. Pero no son muchos los que se dan cuenta de que
no pueden ser salvos por profesar la fe, a menos que sean santificados
por medio de la verdad en respuesta a la oración de nuestro divino
Señor a su Padre: “Santifícalos en tu verdad: tu Palabra es verdad”.
Los hombres y las mujeres que profesan ser discípulos de Cristo
y guardan los mandamientos de Dios tendrán que experimentar en
sus vidas diarias el verdadero espíritu de lucha para poder entrar por
la puerta estrecha. Los que luchan angustiosamente son los únicos
que con facilidad pasarán por la puerta estrecha y andarán por el
camino angosto que lleva a la vida eterna, a la perpetua plenitud de
gozo y placer. Los que simplemente intentan entrar nunca podrán
hacerlo. Muchos pasarán toda su vida cristiana meramente esforzán-
dose en su intento, y su única recompensa será darse cuenta de que
les es completamente imposible entrar por la puerta estrecha.
Me ha sorprendido ver cuántas familias están enceguecidas por
Satanás, de modo que no se dan cuenta de las estratagemas, argucias
y engaños que práctica a su alrededor. Los padres parecen estar
atontados por la paralizadora influencia del maligno, y sin embargo
piensan que están bien. Se me ha mostrado que Satanás trabaja
para degradar las mentes de los que se unen en matrimonio con
el fin de poder implantar su propia odiosa imagen en sus hijos.
Por cuanto gozan de los privilegios de la relación matrimonial,
muchos piensan que pueden permitir que sus instintos animales
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