Página 453 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Un llamado a la iglesia
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los controlen. Son guiados por Satanás, quien los engaña y los
induce a pervertir esta sagrada institución. El se complace cuando
sus mentes se degradan, puesto que tiene mucho que ganar en estas
circunstancias. Sabe que si puede estimular sus más bajas pasiones, y
mantenerlas en constante desarrollo, no habrá nada en su experiencia
cristiana que lo perturbe en su accionar; por cuanto las facultades
morales e intelectuales quedarán subordinadas, mientras que los
instintos animales predominarán y mantendrán un creciente influjo;
y estas pasiones más bajas se fortalecerán por el ejercicio, mientras
que las cualidades más nobles se debilitarán más y más.
Puede moldear a sus hijos mucho más fácilmente que lo que
podía moldear a los padres, puesto que puede controlar la mente
de los padres a fin de, a través de ellos, poder implantar el sello
de su propio carácter en sus hijos. Así muchos niños nacen con
una gran preponderancia de los instintos animales, mientras que las
facultades morales están sólo débilmente desarrolladas. Estos niños
necesitan la más cuidadosa educación para hacer aflorar, fortalecer
y desarrollar las facultades morales e intelectuales, de modo que
éstas puedan llevar la delantera. Pero no se perciben las maniobras
de Satanás; sus ardides no se comprenden. No se educa a los niños
para Dios. Se descuida su educación moral y religiosa. Se fortalecen
constantemente los instintos animales, mientras que las facultades
morales se debilitan.
Algunos niños comienzan a practicar la masturbación en su
infancia; y mientras los años pasan, las pasiones concupiscentes
crecen con su crecimiento y se fortalecen con su fuerza. Sus mentes
no descansan. Las niñas desean la compañía de los jóvenes, y los
jóvenes la de las niñas. Su comportamiento no es recatado y modesto.
Son audaces y atrevidos y se toman libertades indecentes. El hábito
de la masturbación ha degradado sus mentes y manchado sus almas.
Pensamientos viles, la lectura de novelas, cuentos de amor y malos
libros excitan su imaginación, y sólo éstos están de acuerdo con sus
depravadas mentes. No aman el trabajo, y cuando están ocupados
en alguna labor se quejan de que sienten fatiga; les duele la espalda;
tienen dolor de cabeza. ¿Es esto justificado? ¿Están cansados por
el trabajo? ¡No, no! Sin embargo los padres prestan atención a las
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quejas de estos niños y los liberan del trabajo y las responsabilidades.
Esto es lo peor que pueden hacer por ellos. De este modo están