Página 455 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Un llamado a la iglesia
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insistentes manifestaciones de familiaridad por parte de un jovencito
de su edad, o mayor, debiera enseñársele que se muestre tan ofendida
por esto que nadie se atreva a repetir nunca tales propuestas. Cuando
niños o jóvenes buscan frecuentemente la compañía de una niña,
hay algo mal. Esa niña necesita una madre que le indique su lugar,
que la controle y le enseñe el comportamiento que se espera de una
joven de su edad.
La corruptora doctrina que prevalece, la cual sostiene que, desde
el punto de vista de la salud; los sexos deben juntarse, ha llevado a
cabo su obra maligna. Cuando los padres y los tutores manifiesten un
décimo de la sagacidad que posee Satanás, entonces podrá ser casi
inofensiva esta asociación de sexos. Como están las cosas, Satanás
logra el mayor éxito en su esfuerzo de cautivar las mentes de la
juventud; y la asociación de jovencitos y niñas sólo aumenta el mal
veinte veces. Que los jovencitos y las niñas se ocupen de un trabajo
útil. Si están cansados tenderán menos a corromper sus propios
cuerpos. No hay esperanza para la juventud, a menos que haya un
cambio completo en la mente de los mayores. Los caracteres de los
jóvenes y las Señoritas llevan la impronta del vicio, y sin embargo
¿qué se hace para detener el avance de este mal? Se permite y se
insta a los adolescentes y a los jóvenes a tomarse libertades haciendo
proposiciones indecentes a las niñas y a las jóvenes. Es mi oración
que Dios despierte a los padres y a las madres para que se ocupen
seriamente en cambiar este estado de cosas.
He estado revisando los
Testimonios
dados a los observadores
del sábado y estoy asombrada por la misericordia de Dios y su
cuidado por su pueblo al darles tantas advertencias, señalando sus
peligros, y presentándoles la exaltada posición que quiere que ellos
ocupen. Si se mantuvieran en su amor y separados del mundo, él
haría que sus bendiciones especiales recayeran sobre ellos y su
luz brillara a su alrededor. Su benéfica influencia podría sentirse
en cada rama de la obra y en cada parte del campo misionero.
Pero si no logran ser partícipes de la mente de Dios y si continúan
siendo tan poco conscientes del exaltado carácter de la obra como
fueron en el pasado, su influencia y ejemplo resultará una terrible
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maldición. Causarán daño y solamente daño. Sus vestidos aparecerán
manchados con la sangre de preciosas almas.