Página 458 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
vios del cerebro, y fortalecieron el apetito animal a expensas de las
facultades morales e intelectuales. Estas capacidades superiores, que
debieran llevar el control, se debilitaron, de modo que no se discer-
nieron las cosas eternas. Se entorpeció lo espiritual y devocional.
Satanás se ha sentido triunfante al ver cuán fácilmente puede pene-
trar a través del apetito y controlar a hombres y mujeres inteligentes,
a quienes el Creador ha asignado una gran obra.
El caso al que me acabo de referir no es un caso aislado; si
así fuera, no lo hubiera mencionado aquí. Cuando Satanás toma
posesión de la mente, ¡cuán pronto la luz y la instrucción que el
Señor ha dado por gracia se desvanecen y no tienen fuerza! ¡Cuántos
inventan excusas y crean falsas necesidades para ponerlas como
pretexto de su proceder equivocado, siguiendo el cual dejan de lado
la luz y la pisotean! Hablo con autoridad. La más grande objeción a
la reforma pro salud es que este pueblo no la práctica; y sin embargo
afirman que no pueden practicar la reforma pro salud y preservar su
energía.
Encontramos en cada caso una buena razón por la que no pueden
practicar la reforma pro salud. No la practican, y nunca la siguieron
estrictamente, por lo tanto no pueden beneficiarse con ella. Algunos
caen en el error de que porque descartan la carne no necesitan re-
emplazarla con las mejores frutas y vegetales, preparados del modo
más natural, sin grasas ni especias. Si sólo arreglaran hábilmen-
te las dádivas con las que el Creador los ha rodeado, ocupándose
conjuntamente en esta obra padres e hijos de un modo consciente,
disfrutarían de los alimentos sencillos, y entonces serían capaces
de hablar con conocimiento de la reforma pro salud. Los que no
son partidarios de la reforma pro salud, y nunca la han adoptado
completamente, no pueden juzgar sus beneficios. Los que se apartan
ocasionalmente para gratificar el gusto comiendo un pavo engordado
u otra clase de carne, pervierten sus apetitos, y no son los indicados
para juzgar los beneficios del sistema de la reforma pro salud. Se
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rigen por el gusto y no por los principios.
Sirvo bien mi mesa en todas las ocasiones. No introduzco cam-
bios para las visitas, sean creyentes o no creyentes. Me preocupo por
tener las cosas organizadas de tal modo que no me toma despreve-
nida el hecho de tener que sentar a mi mesa de uno a seis invitados
inesperados. Tengo suficientes alimentos sencillos y saludables lis-