Página 462 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
verdad de origen celestial no se opaca. Su pureza y exaltado carácter
son inmutables. Sigue viviendo, pues es inmortal.
Mi querida hermana, aférrese a la verdad. Obtenga experiencia
por sí misma. Usted es individual. Es responsable sólo por el modo
como usted, independientemente de todos los demás, usa la luz
que brilla a su paso. La falta de consagración en otros no será una
excusa para usted. El hecho de que ellos pervierten la verdad por
su proceder equivocado, porque no están santificados por ella, no
la hará menos responsable. Usted tiene la solemne obligación de
exaltar el estandarte de la verdad, de mantenerlo en alto. Aun cuando
el portador de la bandera desmaye y caiga, no deje que la preciosa
enseña se arrastre en el polvo. Tómela, manténgala en alto, aun a
riesgo de su buen nombre, su honor mundano, y su vida, si fuera
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necesario. Mi muy respetada hermana, la insto a que mire hacia lo
alto. Aférrese firmemente de la mano de su Padre celestial. Jesús,
su Abogado, vive para interceder por nosotros, esto no transforma
la verdad en una mentira. “Pero el fundamento de Dios está firme,
teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos”.
2 Timoteo
2:19
. “Velad y orad, para que no caigáis en tentación”. A veces temo
que sus pies puedan resbalar, que se niegue a andar por la humilde y
angosta senda que lleva a la vida eterna en el reino de gloria.
Considere la vida de abnegación, humildad, y sacrificio de nues-
tro divino Señor. La Majestad del Cielo, el Rey de gloria, dejó sus
riquezas, su esplendor, su honor y gloria y, con el fin de salvar al
hombre pecador, se rebajó a una vida de humildad, pobreza y ver-
güenza; “el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio”.
Hebreos 12:2
. Oh, ¿por qué nos afec-
tan tanto las pruebas y las críticas, la vergüenza y el sufrimiento,
cuando nuestro Señor nos ha dado tal ejemplo? ¿Quién puede desear
entrar en el gozo de su Señor y no está dispuesto a participar de sus
sufrimientos? ¡Qué! ¡El siervo no está dispuesto a soportar la humil-
dad y la vergüenza y las críticas que el Amo soportó generosamente
por él! ¡El siervo rehuye la vida de humildad y sacrificio que es para
su propia y eterna felicidad, por la cual puede finalmente obtener una
muy grande recompensa eterna! De corazón digo: Dejadme tener
parte en los sufrimientos de Cristo, de modo que pueda finalmente
compartir su gloria.