Página 480 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta
gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de
la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos
en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
Romanos 5:1-5
.
En él están todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento. No
tenemos excusa si no nos valemos de las amplias provisiones hechas
para nosotros, para que no nos pudiera faltar nada. El evadir las
penurias y quejarse de las tribulaciones hace a los siervos de Dios
débiles e ineficientes para llevar las responsabilidades y cargas.
Todos los que se mantienen intrépidamente en el frente de batalla
deben sentir la lucha especial de Satanás en contra de ellos. Cuando
se dan cuenta de sus ataques, escapan a la Fortaleza. Sienten la
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necesidad del vigor especial que viene de Dios, y trabajan con su
fuerza; por consiguiente las victorias que ganan no los exaltan a
ellos, sino que los llevan en fe a apoyarse con más seguridad en
el Poderoso. En sus corazones despierta una profunda y ferviente
gratitud a Dios, y están gozosos en la tribulación que experimentan
mientras se sienten acosados por el enemigo. Estos siervos bien
dispuestos están logrando una experiencia y formando un carácter
que honrará la causa de Dios.
Este es un momento de solemne privilegio y responsabilidad
sagrada para los siervos de Dios. Si estos deberes se cumplen fiel-
mente, la recompensa del siervo fiel será grande cuando el Amo
diga: “Da cuenta de tu mayordomía”. La dedicación seria, el trabajo
generoso, el esfuerzo paciente y perseverante, serán abundantemen-
te recompensados; Jesús dirá: Por tanto no os llamo siervos, sino
amigos, invitados. El Amo no da su aprobación porque el trabajo
realizado sea grande, porque se han obtenido muchas cosas, sino por
la fidelidad aun en las cosas pequeñas. No son los grandes resultados
que podamos obtener, sino los motivos que nos impulsan a actuar,
los que tienen valor para Dios. El aprecia la bondad y la fidelidad
más que la grandeza de la obra realizada.
Me fue mostrado que muchos corren el gran peligro de fracasar
en el logro de la perfecta santidad en el temor del Señor. Los minis-