Página 481 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Mensaje a los ministros
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tros están en peligro de perder sus propias almas. Algunos de los
que han predicado a otros serán ellos mismos rechazados porque no
han perfeccionado un carácter cristiano. A pesar de su esfuerzo no
salvan almas, ni aun salvan la suya propia. No ven la importancia del
conocimiento y del control propios. No velan y oran, para no entrar
en tentación. Si velaran, reconocerían sus puntos débiles, donde
seguramente la tentación los atacará. Al velar y orar pueden proteger
de tal modo sus puntos más débiles que se transformarán en los
más fuertes, y pueden enfrentar la tentación sin ser vencidos. Cada
seguidor de Cristo debiera examinarse diariamente, para que pueda
conocer perfectamente su propia conducta. Casi todos descuidan
el examen propio. Este descuido es por cierto peligroso en el que
profesa ser un portavoz de Dios, ocupando la tremenda posición de
responsabilidad de recibir la Palabra de Dios para darla a su pueblo.
La conducta diaria de una persona que actúa de tal modo tiene gran
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influencia en los demás. Si tiene éxito en su trabajo, rebaja a sus
conversos a su nivel, y muy rara vez se elevan a un nivel más alto.
La conducta del ministro, sus palabras, sus gestos y modales, su fe
y su piedad se consideran como ejemplo de estos adventistas ob-
servadores del sábado; y si imitan al que les ha enseñado la verdad,
piensan que están cumpliendo con su obligación.
Hay mucho en la conducta de un ministro que él puede mejorar.
Muchos ven y sienten sus carencias, pero parecen desconocer la
influencia que ejercen. Tienen conciencia de sus acciones en el
momento de realizarlas pero las dejan caer en el olvido y por lo
tanto no se reforman. Si los ministros meditaran con atención en
las acciones de cada día y las revisaran con cuidado, con el fin
de llegar a conocer sus propios hábitos de vida, se conocerían a
sí mismos mejor. Al hacer un recuento de su vida diaria en todas
las circunstancias conocerían sus propios motivos, los principios
que los impulsan. Esta revisión diaria de nuestros actos, para ver si
la conciencia aprueba o condena, es necesaria para todos los que
desean llegar a la perfección del carácter cristiano. Muchos actos que
son considerados buenas obras, aun actos de benevolencia, cuando
se los investiga detalladamente, se encontrará que están impulsados
por motivos equivocados. Muchos reciben aplausos por virtudes que
no poseen. El que escudriña los corazones examina los motivos, y
a menudo los actos que son muy aplaudidos por los hombres, Dios