Página 487 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Mensaje a los ministros
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ofrendas a la tesorería del Señor. Algunos se han privado de artículos
de vestir que realmente necesitaban para sentirse cómodos. Otros
han vendido su única vaca y han dedicado a Dios el producto de
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la venta. Con el alma sincera, con muchas lágrimas de gratitud por
el privilegio de hacer esto para la causa de Dios, se han postrado
ante el Señor con su ofrenda y han invocado su bendición sobre
ella al entregarla, orando para que pudiera ser el medio de llevar el
conocimiento de la verdad a las almas en tinieblas. A los fondos
así dedicados no siempre se les dio el destino que los abnegados
donantes deseaban. Hombres codiciosos y egoístas, sin espíritu de
abnegación y renunciamiento, han utilizado deslealmente los bienes
traídos de ese modo a la tesorería; y han robado los recursos de Dios
al recibir dinero que no habían ganado justamente. Su administración
imprudente y falta de consagración han malgastado y desparramado
fondos que habían sido consagrados a Dios con oraciones y lágrimas.
Se me mostró que el ángel registrador toma nota fiel de cada
ofrenda que se dedica a Dios y se entrega en la tesorería, y también
de los resultados finales de los medios así ofrendados. El ojo de Dios
observa cada centavo que se dedica a su causa, igualmente como
la actitud regocijada o mezquina del dador. También se registra el
motivo de la dádiva. Las personas abnegadas y consagradas que le
devuelven a Dios lo que le pertenece, del modo como él lo requiere,
serán recompensadas de acuerdo con sus obras. Aunque se gastaran
equivocadamente los medios así consagrados, y que no cumplieran
los propósitos para los cuales el dador los había destinado -la gloria
de Dios y la salvación de las almas-, los que realizaron el sacrificio
con sinceridad, con el fin único de glorificar al Señor, no perderán
su recompensa.
A los que han dado un uso equivocado a los fondos dedicados a
Dios se les requerirá que den un informe de su mayordomía. Algunos
han tomado recursos egoístamente por causa de su amor a la ganan-
cia. Otros no tienen una conciencia sensible, ha sido caracterizada
por un egoísmo largamente acariciado. Consideran las cosas sagra-
das desde una perspectiva inferior. A través de un continuo proceder
equivocado, su sensibilidad moral está paralizada. Parece imposible
elevar sus opiniones y sentimientos al exaltado nivel claramente
evidenciado en la Palabra de Dios. A menos que experimenten una
transformación completa por medio de la renovación de la mente,