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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
vigor físico podía caminar; pero una imaginación enferma la llevaba
a pensar que no podía, y no utilizaba su fuerza de voluntad para
resistir ese engaño. La imaginación decía: No puedes caminar, es
mejor que no trates de caminar. Quédate quieta; tus piernas son tan
débiles que no puedes estar de pie. Si esta hermana hubiera ejercido
su fuerza de voluntad y despertado sus entumecidas y dormidas ener-
gías, se hubiera visto ese engaño. Como consecuencia de someterse
a la imaginación, ella probablemente piensa aún hoy, que cuando
estaba tan desvalida, era por necesidad. Pero esto era puramente un
capricho de la imaginación, la que a veces juega una mala pasada a
los enfermizos mortales.
Algunos temen tanto al aire que envuelven su cabeza y cuerpo de
modo que llegan a parecer momias. Permanecen sentados en la casa,
generalmente inactivos, temiendo agotarse y enfermarse si hacen
ejercicio, ya sea en el interior o al aire libre. Podrían hacer ejercicio
al aire libre en los días agradables, si sólo pensaran así. La continua
inactividad es una de las mayores causas de debilidad del cuerpo
y de la mente. Muchos de los que están enfermos, debieran gozar
de buena salud, y poseer así una de las bendiciones más ricas que
podrían disfrutar.
Se me ha mostrado que muchos que aparentemente son débiles, y
siempre quejosos, no están tan mal como ellos se imaginan. Algunos
de estos tienen una voluntad fuerte, que ejercida correctamente,
sería un potente medio para controlar la imaginación, y así resistir la
enfermedad. Pero con demasiada frecuencia la voluntad se ejercita
de un modo equivocado y obstinadamente se niega a entrar en razón.
Esta voluntad ha decidido el asunto; son inválidos, y quieren recibir
la atención que se presta a los inválidos, sin considerar la opinión de
los demás.
Se me ha mostrado a madres que son gobernadas por una imagi-
nación enferma, cuya influencia sienten el esposo y los hijos. Deben
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mantener las ventanas cerradas porque a la madre le molesta el aire.
Si ella siente frío, y se abriga, piensa que sus niños deben ser tratados
de igual modo, y así roba el vigor físico a toda la familia. Todos
quedan afectados por una mente, perjudicados física y mentalmente
por la imaginación enferma de una mujer, que se considera a sí
misma la norma para toda la familia. El cuerpo se viste de acuerdo
con los caprichos de una imaginación enferma y se lo sofoca bajo