Página 493 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Ejercicio y aire
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una cantidad de abrigo que debilita el organismo. La piel no puede
cumplir su función; el hábito de evitar el aire y el ejercicio, cierra
los poros, los pequeños orificios por los cuales el cuerpo respira, e
imposibilita la expulsión de las impurezas a través de ese canal. El
peso de esta labor recae sobre el hígado, los pulmones, los riñones,
etc., y esos órganos internos se ven obligados a hacer el trabajo de
la piel. Así las personas se acarrean enfermedades por causa de sus
hábitos equivocados; a pesar de la luz y el conocimiento, insisten en
su proceder. Razonan del siguente modo: “¿No hemos probado? Y
¿no entendemos por experiencia el asunto?” Pero la experiencia de
una persona cuya imaginación está errada, no debiera tener mucho
valor para nadie.
La estación que más debiera temer el que se allega a estos invá-
lidos es el invierno. Es por cierto invierno, no sólo afuera, sino en
el interior, para los que se ven obligados a vivir en la misma casa y
dormir en la misma habitación. Estas víctimas de una imaginación
enfermiza se encierran en el interior y cierran las ventanas, porque
el aire afecta sus pulmones y su cabeza. Su imaginación es activa,
esperan pasar frío y por eso pasan frío. No hay modo de hacerles
comprender que no entienden el principio que rige estos casos. ¿No
lo han comprobado ellos? -objetan. Es cierto que han comprobado
un aspecto de la cuestión -al insistir en su proceder-, y es cierto que
pasan frío si se exponen en lo más mínimo. Son tiernos como bebés,
y no pueden soportar nada. Sin embargo, siguen viviendo, continúan
cerrando las ventanas y las puertas, y manteniéndose cerca de la
estufa, disfrutando de su desgracia. Por cierto han comprobado que
su proceder no les ha hecho bien, sino que ha aumentado sus difi-
cultades. ¿Por qué esas personas no permiten que la razón influya
en su juicio y controle la imaginación? ¿Por qué no probar ahora un
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procedimiento opuesto, y de un modo razonable obtener ejercicio
y aire afuera, en lugar de permanecer en la casa día tras día, más
bien como un manojo de mercancías que como un ser activo? La
principal razón, si no la única, por la que muchos se transforman en
inválidos es que la sangre no circula libremente, y los cambios del
líquido vital, necesarios para la vida y la salud, no se realizan. No
han dado ejercicio a sus cuerpos ni alimento a sus pulmones, que es
el aire puro y fresco; por lo tanto, es imposible vitalizar la sangre,
la que sigue su curso perezosamente por el organismo. Cuanto más