Página 498 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
a la superficie, y aliviaría los órganos internos. Un ejercicio vigori-
zante, aunque no violento, al aire libre, con ánimo alegre, activará la
circulación, dando un brillo saludable a la piel, y enviando la sangre,
vitalizada por el aire puro, a las extremidades. El estómago enfermo
se aliviará con el ejercicio. Con frecuencia los médicos aconsejan
a los enfermos visitar países extranjeros, ir a las termas, o navegar,
con el fin de recuperar la salud; cuando, en nueve casos de diez, si
se alimentaran moderadamente e hicieran un ejercicio saludable con
ánimo alegre, recuperarían la salud y ahorrarían tiempo y dinero. El
ejercicio, y un aprovechamiento generoso y abundante del aire y de
la luz solar, -bendiciones que el Cielo brinda liberalmente a todos-,
darían vida y fuerza al extenuado enfermo.
Muchas mujeres se contentan con trabajar cerca de la estufa de
cocinar, respirando aire impuro la mitad o las tres cuartas partes
del tiempo, hasta que el cerebro se calienta y medio se entumece.
Debieran salir y hacer ejercicio todos los días, aunque tengan que
descuidar algunas de las tareas de la casa. Necesitan el aire fresco
para calmar su cerebro aturdido. No necesitan ir a ver a sus veci-
nas para chismear, pero debieran imponerse como meta hacer algo
bueno, trabajar con el fin de beneficiar a otros. Entonces serán un
ejemplo para los demás y recibirán un beneficio real ellas mismas.
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Una salud perfecta depende de una perfecta circulación. Debiera
prestarse atención especial a las extremidades, con el fin de que estén
tan completamente abrigadas como el pecho y la zona del corazón,
donde se concentra la mayor cantidad de calor. Los padres que visten
a sus hijos con las extremidades desnudas o casi desnudas, sacrifican
la salud y la vida de sus hijos ante la moda. Si estas partes no están
tan abrigadas como el cuerpo, la circulación no es pareja. Cuando las
extremidades, las cuales están lejos de los órganos vitales, no están
correctamente arropadas, la sangre se va a la cabeza, causando dolor
de cabeza o hemorragia de la nariz; o se experimenta una sensación
de plenitud en el pecho, que produce tos y palpitación del corazón,
por causa de la acumulación excesiva de sangre en ese lugar; o el
estómago tiene demasiada sangre, y causa indigestión.
Para seguir la moda, las madres visten a sus hijos con las ex-
tremidades casi desnudas; y la sangre se retrae de su curso natural
hacia los órganos internos, interrumpiendo la circulación y causando
enfermedad. Nuestro Creador no formó las extremidades para que