Página 502 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

498
Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
mismos al cerrarles vuestras puertas. Correctamente usados, estos
sencillos pero poderosos agentes ayudarán a la naturaleza a vencer
las dificultades reales, si existieran, y darán un tono saludable a la
mente y vigor al cuerpo.
En el mundo actual, cuando el vicio y la moda controlan a hom-
bres y mujeres, los cristianos debieran poseer caracteres virtuosos
y una gran porción de buen sentido común. Si esto fuese una reali-
dad, los semblantes que ahora se ven ensombrecidos, con señales
de enfermedad y corrupción, estarían llenos de esperanza y alegría,
iluminados por una verdadera bondad y una conciencia limpia.
El ocio es la mayor maldición que sufre nuestra raza. Los des-
afortunados niños que han sido formados y educados por madres
que no poseen verdadero valor moral, sino que tienen imaginaciones
[475]
enfermizas y sufren dolencias imaginarias, necesitan la simpatía, la
instrucción paciente, y el tierno cuidado de todos los que puedan
ayudarlos. No se satisfacen las necesidades de estos niños, y reciben
una educación tal que los incapacita para ser miembros útiles de la
sociedad mientras vivan, y los lleva a la muerte prematuramente. Si
su vida se alargara, nunca olvidarán las lecciones que les enseñara
su madre. Por medio de sus palabras y acciones ella ha dejado en
sus hijos la impronta de los erroL res de su vida, y en muchos casos
ellos seguirán sus pasos. Su manto cae como una oscura mortaja
sobre sus pobres hijos. Su proceder inconstante ha dejado el sello
de su carácter en la vida de ellos, y ellos no pueden sobreponerse
fácilmente a la educación recibida en la niñez.
Los lazos terrenos más tiernos son los que unen a la madre y a
su hijo. El niño queda más fácilmente impresionado por la vida y el
ejemplo de la madre que por los del padre, porque los unen lazos más
fuertes y más tiernos. Las madres tienen una gran responsabilidad.
Si pudiera impresionarlas con la obra que pueden hacer para moldear
la mente de sus hijos, me sentiría inmensamente contenta.
Si los padres mismos se informaran, y sintieran la importancia
de aplicar este conocimiento de un modo práctico a la educación de
sus queridos hijos, verían una situación diferente entre los jóvenes
y los niños. Los niños necesitan recibir instrucción acerca de su
propio cuerpo. Hay muy pocos jóvenes que tienen un conocimiento
definido de los misterios de la vida. Conocen muy poco acerca de su
organismo. Dice David: “Te doy gracias por tan grandes maravillas: