Página 504 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
puede convertir el pan agrio en dulce. Los alimentos pobremente pre-
parados no son nutritivos y no pueden producir buena sangre. Estas
cosas que irritan y trastornan el estómago tendrán una influencia que
entorpece los más delicados sentimientos del corazón. Muchos de
los que adoptan la reforma pro salud se quejan de que no les sienta
bien; pero, después de sentarme a sus mesas, llego a la conclusión
de que la falla no está en la reforma pro salud, sino en los alimentos
pobremente preparados. Los partidarios de la reforma pro salud, más
que todos los demás, debieran ser cuidadosos en evitar los extremos.
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El cuerpo debe tener suficientes nutrimentos. No podemos subsistir
sólo del aire. Tampoco podemos conservar la salud a menos que
tengamos alimentos nutritivos. Los alimentos debieran prepararse
bien de modo que sean sabrosos. Las madres debieran ser fisiólogas
prácticas y enseñar a sus hijos a conocerse a sí mismos y a tener va-
lor moral para practicar principios correctos en desafío a las modas
destructoras de la vida y de la salud. La transgresión innecesaria de
las leyes de nuestro ser es una violación de la Ley de Dios.
Una cocina deficiente está lentamente desgastando las energías
vitales de miles. Es peligroso para la salud y la vida comer en
algunas mesas el pan pesado y agrio y el resto de los alimentos
preparados de acuerdo con él. Madres, en vez de tratar de dar a
vuestras hijas una educación musical, instruidlas en estas ramas
útiles relacionadas de cerca con la vida y la salud. Enseñadles todos
los misterios de la cocina. Mostradles que ésa es una parte de su
educación, esencial para su formación cristiana. A menos que los
alimentos sean preparados de un modo saludable y sabroso, no
pueden convertirse en buena sangre para reconstituir los tejidos
desgastados. Puede que a vuestras hijas les guste la música, y esto
puede ser correcto, puede contrubuir a la felicidad de la familia;
pero el conocimiento de la música sin el conocimiento de la cocina
no tiene mucho valor. Cuando vuestras hijas tengan sus propias
familias, los conocimientos acerca de la música y del bordado no
proveerán la mesa con una comida bien preparada, arreglada con
gusto, de modo que no se ruboricen al presentarla ante sus más
apreciados amigos. Madres, vuestra obra es sagrada. Dios quiera
ayudaros a emprenderla con su gloria en vista y a trabajar ferviente,
paciente y amorosamente para bien presente y futuro de vuestros
hijos, con la vista puesta sólo en la gloria de Dios.
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