Reprensión del egoísmo
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Hermana A, vi que su influencia en el vecindario de _____ y
_____ ha causado gran perjuicio a la causa de Dios. Supe lo que
fue esa influencia cuando usted estuvo en Battle Creek la última
vez. Cuando escribía material importante para los ministros, se me
presentó su caso, y tuve la intención de escribirle antes, pero me fue
imposible. Durante tres noches he dormido poco. He tenido su caso
en mente casi todo el tiempo. Le escribía mentalmente cuando estaba
acostada y también despierta. Cuando reconocí en la congregación a
las mismas personas que habían sido perjudicadas por su influencia,
debiera haber hablado del asunto si usted hubiese estado presente.
Nadie me hizo la más mínima insinuación acerca de su conducta. Me
sentí obligada a hablar a uno o dos acerca de este caso, diciéndoles
que recordaba su rostro en conexión con algunas de las cosas que me
fueron mostradas acerca de usted. Entonces, con mucho desagrado,
me contaron hechos que confirmaban todo lo que les había dicho a
ellos. Dije sólo lo que debía decir en el temor de Dios, cumpliendo
mi deber de su sierva.
Hace dos años vi que tanto usted como su esposa eran personas
muy egoístas y mezquinas. Apreciaban más sus propios intereses
egoístas que las almas por las que Cristo murió. Se me mostró que
generalmente usted no tenía éxito en sus labores. Tiene la habilidad
de presentar la verdad, tiene una mente inquisitiva, y si no fuera
por los muchos defectos de su carácter cristiano, podría realizar
una buena obra. Pero, por muchas razones, no ha tenido éxito de la
predicación de la verdad. Una de las más grandes maldiciones de su
vida, hermano A, ha sido su supremo egoísmo. Han estado haciendo
cálculos para su propio beneficio. Ambos se han constituido en el
centro de interés y atención. Cuando van a un lugar y visitan a una
familia, son una carga para ellos, permiten que cocinen para ustedes
y les sirvan; y ninguno intenta compensar la molestia que causa. La
familia se puede estar esforzando duramente para llevar sus propias
cargas y las suyas; y ustedes dos son tan egoístas que no pueden
ver que ellos están extenuados y ustedes dos estan físicamente me-
jor capacitados que ellos para realizar el trabajo hermano A, usted
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es demasiado indolente para agradar a Dios. Cuando se necesita
madera o agua, no se da por enterado, y deja que las traigan los
que ya han trabajado en exceso, con frecuencia las mujeres, cuando
estas pequeñas tareas, estas atenciones de la vida, son las que usted