Página 516 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.
Colosenses
1:25-29
.
Los ministros de Dios deben tener la verdad en sus corazones
a fin de presentarla con éxito a otros. Deben ser santificados por
las verdades que predican, o serán sólo piedras de tropiezo para
los pecadores. Los que son llamados por Dios para ministrar las
cosas santas son llamados a ser puros de corazón y santos en su
vida. “Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová”.
Isaías
52:11
. Si Dios pronuncia una maldición sobre los que son llamados
a predicar la verdad y se niegan a obedecer, una maldición mayor
recae sobre los que toman sobre ellos esta obra sagrada sin tener
las manos limpias y los corazones puros. Como hay maldiciones
para los que predican la verdad cuando sus corazones y sus vidas
no están santificados, también hay maldiciones para los que reciben
y mantienen a los que no están santificados en el puesto que no
pueden ocupar. Si el Espíritu de Dios no ha santificado y purificado
y limpiado las manos y el corazón de los que ministran en las cosas
sagradas, hablarán de acuerdo con su propia experiencia imperfecta
y deficiente y sus consejos apartarán de Dios a los que tomen como
modelo y confíen en su juicio y experiencia.
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Quiera Dios ayudar a los ministros a prestar atención a la ex-
hortación de Pablo a los Corintios: “Examinaos a vosotros mismos
si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a
vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?”
2 Corintios 13:5
. Hay una obra que usted debe hacer,
hermano mío, si desea obtener la vida eterna. Que Dios lo ayude a
hacer esta obra cabalmente, para que pueda ser perfecto y completo,
sin faltarle nada.
Chicago, Illinois, Massasoit House,
julio 6 de 1870.
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