Página 535 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Sensibilidad equivocada
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Nada despierta tan rápidamente los malos rasgos de su carácter
como que se objete su sabiduría y criterio al ejercer autoridad. Su
temperamento fuerte y dominante, que parecía dormido, se despier-
ta en su mayor energía. Entonces el yo la controla, y no le queda
más razonamiento imparcial y juicio calmo que a un demente. Con
toda fuerza el yo lucha por la supremacía, y se requiere la mente
más firme para restringirla. Después que su ataque de locura ha
pasado, entonces permite que se cuestione su comportamiento. Pero
está lista para justificarse aduciendo que es tan sensible, siente tan
profundamente y sufre tanto. Vi que todo esto no la excusará a la
vista de Dios. Usted confunde el orgullo con la sensibilidad. El yo
es dominante. Cuando se crucifique a sí misma, entonces esa sensi-
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bilidad u orgullo, morirá; hasta que esto suceda, usted no será una
cristiana. Ser cristiano es ser como Cristo, poseer un espíritu humil-
de, manso y sosegado que soporta la contradicción sin enfurecerse
o enloquecer. Si se rasgara el disfraz que la cubre y se viera como
Dios la ve, no intentaría justificarse sino que caería quebrantada ante
Cristo, el único que puede quitar los defectos de su carácter y luego
restaurarlo.
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