Página 536 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Convocaciones
Dios mandó a los israelitas que se reunieran ante él en perío-
dos determinados, en el lugar que él eligiera, y que observaran días
especiales en los que no debían hacer ningún trabajo innecesario,
sino dedicar el tiempo a considerar las bendiciones que él les ha-
bía prodigado. En estas ocasiones especiales debían traer presentes,
ofrendas voluntarias, y ofrendas de acción de gracias al Señor, de
acuerdo con la bendición que él les hubiera dado. El siervo y la
sierva, el extranjero, el huérfano y la viuda, habían de regocijarse de
que Dios, por su propio y maravilloso poder, los había sacado de la
servidumbre humillante para traerlos al gozo de la libertad. Se les
ordenó que no se presentaran ante el Señor con las manos vacías.
Debían traer presentes de gratitud a Dios por las continuas mise-
ricordias y bendiciones que les prodigara. Estas ofrendas variaban
de acuerdo con el valor que los donantes daban a las bendiciones
de que tenían el privilegio de gozar. Así el carácter de la gente se
revelaba claramente. Los que daban alto valor a las bendiciones
que Dios les concedía traían ofrendas de acuerdo a su modo de
apreciarlas. Los que tenían las facultades morales embotadas por
el egoísmo y un amor idólatra por los favores recibidos, más bien
que inspirados por un amor ferviente hacia su dadivoso Benefactor,
traían ofrendas magras. Así revelaban su corazón. Además de estas
festividades religiosas especiales, de alegría y regocijo, la nación
judía debía conmemorar anualmente la Pascua. El Señor pactó que
si eran fieles en la observancia de sus requerimientos, él bendeciría
todas sus ganancias y toda la obra de sus manos.
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Dios no quiere menos de su pueblo en estos últimos días, en
sacrificios y ofrendas, que lo que requirió de la nación judía. Los
que él ha bendecido con suficiencia, y aun la viuda y el huérfano,
no debieran olvidarse de sus bendiciones. Especialmente los que
Dios ha prosperado debieran ofrecerle las cosas que son de él. De-
bieran presentarse ante él con un espíritu de sacrificio y entregar sus
ofrendas de acuerdo con las bendiciones que él les ha prodigado.
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