Página 54 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
una bendición para la iglesia dondequiera fuera a vivir. A menos
que se convierta, y se produzca un cambio total en ella, a menos
que se eduque a sí misma para no hablar apresuradamente y para
no enojarse con rapidez, y cultive la verdadera cortesía cristiana, su
influencia resultará perjudicial, y la felicidad de los que se relacionan
con ella sufrirá. Manifiesta una independencia que la perjudica y la
aleja de sus amistades. Esta independencia le ha causado muchas
dificultades y ha herido a sus mejores amigos.
Si los que disponían de medios económicos fueron exigentes en
su trato con su esposo, y no lo favorecieron más que los mundanos
en las transacciones comerciales, ella se resintió y habló, y suscitó
sentimientos de insatisfacción donde no los había antes. Este mundo,
en el mejor de los casos, es egoísta. Muchos de los que profesan
la verdad no han sido santificados por ella, y no están dispuestos a
hacer la más mínima rebaja en el precio de sus productos cuando
tratan con un hermano pobre, en circunstancias que sí lo harían con
un mundano acomodado. No aman a su prójimo como a sí mismos.
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Agradaría más a Dios si hubiera menos egoísmo y más generosidad
desinteresada.
Puesto que la Hna. F ha visto manifestarse un espíritu egoísta
entre los hermanos en los tratos comerciales, ha cometido un pecado
mayor al reaccionar y al hablar del asunto en la forma como lo ha
hecho. Se ha equivocado al esperar demasiado. Su lengua ha sido
verdaderamente un miembro ingobernable, un mundo de iniquidad,
encendido por el infierno, indomado e indomable. La Hna. F ha
manifestado un espíritu de represalia, evidente por su conducta al
sentirse ofendida. Todo eso está mal. Ha albergado sentimientos de
amargura, totalmente ajenos al espíritu de Cristo. La ira, el resenti-
miento y toda clase de actitudes poco amables encuentran expresión
al hablar en contra de aquellos con quienes estamos disgustados, y
al recitar la lista de errores, fallas y pecados de los vecinos. De ese
modo se satisfacen los deseos concupiscentes.
Hna. F: si usted se siente herida porque sus amigos o vecinos
están obrando mal en perjuicio propio, si son sorprendidos en falta,
siga la regla bíblica: “Repréndele estando tú y él solos”.
Mateo
18:15
. Y al hablar con el que usted supone que está en error, procure
hacerlo con humildad; porque la ira del hombre no da como resultado
la justicia de Dios. La única manera de restaurar a los que han