Página 544 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Dios se cansan de ellas, tanto como los mortales que están obligados
a escucharlas.
A Jesús se le encontraba a menudo en oración. Se retiraba a los
huertos solitarios o a las montañas para dar a conocer sus peticiones
a su Padre. Cuando había terminado los quehaceres y los cuidados
del día, y los cansados buscaban reposo, Jesús dedicaba el tiempo a
la oración. No quisiéramos desalentar el espíritu de oración; porque
no se ora ni se vela bastante. Y menos aún se ora con el Espíritu y
también con comprensión. La oración ferviente y eficaz es siempre
oportuna, y nunca cansará. Una oración tal interesa y refrigera a
todos los que tienen amor por la devoción.
Se descuida la oración secreta, y ésta es la razón por la cual
muchos hacen oraciones tan largas, tediosas y sin valor cuando se
reúnen para adorar a Dios. Repasan en sus oraciones una semana
de deberes descuidados y oran en círculo, esperando compensar
su negligencia y apaciguar su conciencia. Esperan ganar por su
oración el favor de Dios. Pero con frecuencia estas oraciones logran
solamente hacer bajar a otros al nivel de las tinieblas espirituales
en que está la persona que las hace. Si los cristianos quisieran
apropiarse las enseñanzas de Cristo acerca de velar y orar, rendirían
un culto más inteligente a Dios.
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