Cómo observaremos el sábado
Dios es misericordioso. Sus requerimientos son razonables y
concuerdan con la bondad y la benevolencia de su carácter. El sábado
fue creado para que toda la humanidad recibiese beneficio. No
fue hecho el hombre para adaptarse al sábado; sino que el sábado
fue hecho después de la creación del hombre, para satisfacer sus
necesidades. Después que Dios hubo hecho el mundo en seis días,
reposó y luego santificó y bendijo el día en que había reposado
de todas sus obras que había creado y hecho. Puso aparte ese día
especial para que el hombre descansase en él de su trabajo, a fin de
que mientras mirase la tierra y los cielos, pudiese reflexionar que
Dios había hecho todo esto en seis días y reposado en el séptimo, y
que al contemplar las pruebas tangibles de la sabiduría infinita de
Dios, su corazón se llenase de amor y reverencia hacia su Creador.
A fin de santificar el sábado, no es necesario que nos encerremos
entre paredes, y que nos privemos de las hermosas escenas de la
naturaleza, del aire libre y vigorizador y de la hermosura del cielo.
En ningún caso debemos permitir que las cargas y las transacciones
comerciales distraigan nuestra mente en el sábado del Señor el cual
ha santificado. No debemos permitir que nuestra mente se espacie
siquiera en cosas de carácter mundanal. Pero la mente no puede ser
refrigerada, vivificada y elevada si quedamos encerrados durante
casi todas las horas del sábado entre paredes, escuchando largos
sermones y oraciones tediosas y formales. El sábado del Señor
recibe un uso erróneo si se lo celebra así. No se alcanza el objeto
por el cual fue instituido. El sábado fue hecho para el hombre, para
beneficiarle al apartar su espíritu de la labor secular a fin de que
contemple la verdad y la gloria de Dios. Es necesario que el pueblo
de Dios se reúna para hablar de él, para intercambiar pensamientos
e ideas acerca de las verdades contenidas en su Palabra, y dedicar
una parte del tiempo a la oración apropiada. Pero estos momentos,
aun en sábado, no deben ser hechos tediosos por su dilación y falta
de interés.
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