Página 582 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
está enceguecido y no ve cuán ofensivas son estas cosas para Dios.
Si ha decidido lanzarse a obtener todo lo que pueda del mundo, há-
galo; pero no lo haga bajo el manto de predicar a Cristo. Su tiempo
está dedicado a la causa de Dios, o no lo está. Su propio interés
ha sido supremo. El tiempo que debiera dedicar a la causa de Dios
está dedicado en demasía a sus propios intereses personales, y usted
recibe, de la tesorería de Dios, dinero que no gana. Usted está dis-
puesto a recibir dinero de los que no viven tan cómodamente como
usted. No mira por sus intereses ni alberga simpatía y compasión.
No averigua bien si los que lo ayudan tienen los medios para hacerlo.
Con frecuencia sería más apropiado que usted ayudara a las personas
de quienes recibe ayuda. Usted necesita ser un hombre transforma-
do antes que la obra de Dios pueda prosperar en sus manos. Las
preocupaciones de su hogar y su granja han ocupado su mente. No
se ha dado a sí mismo a la obra. Como una excusa por estar tanto
tiempo en su casa, ha dicho que sus hijos necesitaban su presencia
y cuidado, y que debía estar con ellos para llevar a la práctica la
luz que le ha sido dada por una visión. Pero, hermano B, ¿ha hecho
usted eso? Usted se excusa diciendo que sus hijos están ahora fuera
de su control, que son demasiado grandes como para que usted los
mande. En esto se equivoca. Ninguno de sus hijos es demasiado
grande como para no respetar su autoridad y obedecer sus órdenes
mientras se alberguen bajo su techo. ¿Qué edad tenían los hijos de
Elí? Eran hombres casados; y a Elí, como padre y sacerdote de Dios,
se le exigía que los refrenara.
Pero, admitiendo que los dos mayores estén ahora fuera de su
control, no era así cuando Dios le envió la luz acerca de que los
estaba consintiendo para su ruina, de que debiera disciplinarlos. Pero
usted tiene tres hijos menores que están andando en el camino de
los pecadores, desobedientes, desagradecidos, impíos, amantes del
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placer más que de Dios. Su hijo menor está siguiendo los pasos de
su hermano. ¿Qué actitud ha adoptado hacia él? ¿Le enseña hábitos
de laboriosidad y servicio? ¿Asume la obra que ha descuidado tre-
mendamente y redime el pasado? ¿Tiembla usted ante la Palabra de
Dios?
Su descuido del hogar es sorprendente, por cuanto tiene la Pala-
bra escrita de Dios y también testimonios dirigidos especialmente a
usted, señalando su descuido. Su hijo hace lo que desea. Usted no