Página 588 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
son jactanciosos y aparentemente celosos, que viven en palabra, y
no en obras y en verdad. Sus corazones no son rectos con Dios. No
tienen su temor. Los temerosos e incrédulos, que son castigados con
la segunda muerte, pertenecen al grupo de los que se avergüenzan
de Cristo en este mundo. Temen hacer el bien y seguir a Cristo,
por miedo a sufrir pérdidas pecuniarias. Descuidan su deber, para
evitar las críticas y las pruebas, y escapar a los peligros. Los que
no se atreven a hacer lo recto, porque de ese modo se exponen a
pruebas, persecución, pérdidas y sufrimientos son cobardes, y con
los idólatras, los mentirosos y todos los pecadores, están madurando
para la segunda muerte.
En el Sermón del Monte, Cristo declara quiénes son realmente
benditos. “Bienaventurados los pobres en espíritu (los que no se
exaltan a sí mismos, sino que son cándidos, humildes, no demasiado
orgullosos para recibir enseñanza, no vanos y ambiciosos de los
honores del mundo), porque de ellos es el reino de los cielos. Biena-
venturados los que lloran (los que son penitentes, sumisos y que se
lamentan de sus fracasos y errores, porque entristecen al Espíritu de
Dios), porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los man-
sos (los que son dóciles y perdonadores, que cuando los insultan, no
responden con insultos, sino que manifiestan un espíritu enseñable,
y que no se tienen en alta estima), porque ellos recibirán la tierra por
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heredad”. Los que poseen las cualidades enumeradas aquí, no sólo
serán bendecidos por Dios en esta vida, sino que serán coronados
con gloria, honor e inmor talidad en su reino.
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