Página 594 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
han sentido la importancia de seguir de cerca a Jesús, de hacer de
la vida de Cristo su estudio y su ejemplo. Esto requiere esfuerzo,
meditación y sincera oración. Requiere esfuerzo para obtener la
victoria sobre el egoísmo y para poner el interés de la causa de Dios
en primer lugar. Algunos han hecho el esfuerzo, han practicado una
estricta disciplina de sí mismos, y han ganado preciosas victorias.
Los que consideran su propio interés en primer lugar, viven para sí
mismos. Su carácter a la vista de Dios es como la inútil escoria.
El hermano D ha tenido más tarea de lo que un hombre debiera
hacer al trabajar por el interés de la iglesia en su zona. Al ausentarse
por poco tiempo para trabajar por otros, cargas mayores y más pe-
sadas estuvieron listas a su regreso. El permitió que cayeran sobre
sus hombros, y se doblegó gimiendo bajo el peso. Los hermanos D
han estado en peligro de ser demasiado exigentes y de presentar su
propia vida y ejemplo como criterio. No perdieron de vista al yo.
Estos hermanos debieran decir poco acerca de sí mismos, y debieran
exaltar a Cristo. Debieran esconderse detrás de Jesús y permitir
que sólo él aparezca como el modelo perfecto que todos debieran
procurar copiar.
¿Dónde estaban los hombres de los que se podía depender en
tiempo de prueba y peligro? ¿Dónde estaban los hombres teme-
rosos de Dios que podían acudir en apoyo del estandarte cuando
el enemigo intentaba tomar ventaja? Algunos que debieran haber
estado en su puesto fueron infieles cuando más se necesitó su ayuda.
Su conducta mostró que no tenían un interés especial en el avance
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de la obra y de la causa de Dios. Algunos pensaban que se esperaba
demasiado de ellos, y en lugar de avanzar con alegría, para hacer lo
que pudieran, se sentaron cómodamente en la silla de Satanás y se
negaron a hacer algo.
Algunos fueron siempre celosos. El hermano E era uno de éstos.
Tiene un carácter particularmente obcecado que lo lleva a persis-
tir en un proceder equivocado, porque piensa que gratificaría a sus
hermanos si él cambiara y siguiera un proceder opuesto. A veces,
cuando así lo desea, está dispuesto a hacer cualquier cosa a su alcan-
ce para avanzar la causa de Dios. Pero siente tanto placer en hacer
su propia voluntad, que prefiere que la causa de Dios sufra antes que
desistir de hacer su voluntad y andar en sus caminos. El hermano
E no es un hombre de quien se puede depender. Está sujeto a las