Página 595 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La causa en Vermont
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tentaciones de Satanás y con frecuencia está bajo su control. Tiene
un corazón egoísta e insumiso. Es precipitado, impulsivo; a veces
odia, a veces ama. A veces es bondadoso, otras, celoso, envidioso y
muy egoísta. No puede perfeccionar el carácter cristiano mientras
no resista la tentación, sojuzgue su propia voluntad empecinada,
y albergue un espíritu de humildad, una buena voluntad para ver
y confesar sus errores. A veces ha sido leal y sincero. Luego una
corriente lo arrastraba en dirección opuesta, y albergaba celos, en-
vidia y desconfianza. El yo y los intereses egoístas eran supremos.
Siempre estaba dispuesto a censurar a los demás y recelaba que los
demás no lo apreciaban, sino que deseaban perjudicarlo. El hermano
E necesita una completa conversión. No es suficiente profesar la
verdad. Una persona puede reconocer toda la verdad y sin embargo
no saber nada no tener conocimiento experimental en la vida diaria
de la influencia santificadora de la verdad en el corazón y la vida, o
del poder de la verdadera piedad.
La verdad es santa y poderosa, y efectuará una completa reforma
en el corazón y en la vida de los que son santificados por ella.
El hermano E es capaz de ejercer una influencia para bien. Si se
subyuga a sí mismo y humilla su corazón ante Dios, puede llegar
a ser un portador del yugo de Cristo. Puede ser una ayuda en lugar
de un impedimento para su familia y para los demás. El debilita la
causa de Dios en Bordoville debido a los defectos de su carácter
cristiano. Si el hermano E vive de acuerdo con la luz que ha recibido,
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obrará su salvación con temor y temblor, y al hacer eso iluminará
con una clara luz la senda de los demás y glorificará a Dios. El caso
del hermano E representa el de otros en la iglesia, que necesitan la
misma obra de transformación en sus corazones con el fin de ser
justos.
El hermano F puede ser más útil en su vida de lo que es ahora
o de lo que jamás ha sido. Dios no lo ha llamado especialmente
para administrar en palabra y doctrina. No está preparado para ese
cargo; sin embargo puede cumplir otras tareas para el Señor y ser
una ayuda en las reuniones. Si él mismo vive en la luz puede reflejar
la luz a otros. Puede ser una bendición para los demás, puede hablar
palabras de consuelo y ánimo a los desalentados. Pero para eso, él
mismo debiera desarrollar en sí un espíritu más esperanzado, más
alegre, negándose a mirar el lado oscuro o hablar con descreimiento.