Página 596 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Debiera expresar alegría, esperanza y ánimo en sus palabras y aun
en el tono de su voz.
La hermana G tiene algunas dolencias, pero no saca el mejor
partido de su situación. Permite que el enemigo controle su mente y
aumente sus dificultades por medio de un espíritu insumiso. Sufre
de dolencias físicas y se debiera simpatizar con ella; pero la intran-
quilidad, la irritabilidad, las quejas, la murmuración y los lamentos
inútiles no alivian sus sufrimientos ni le traen felicidad; sólo agravan
su dificultad.
El mundo está lleno de espíritus insatisfechos que pasan por
alto la felicidad y las bendiciones que tienen a su alcance, y están
continuamente en busca de felicidad y satisfacción que no pueden
alcanzar. Constantemente están tratando de lograr algún esperado
y lejano bien, mayor que el que poseen, y se sienten siempre des-
alentados. Al pasar por alto las bendiciones que están en su camino,
albergan descreimiento e ingratitud. Las bendiciones comunes y
diarias de la vida no son bien recibidas por ellos como tampoco lo
fue el maná para los israelitas.
A la hermana G se dirige Cristo de este modo: “Venid a mí todos
los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi
yugo es fácil y ligera mi carga”.
Mateo 11:28-30
. Las palabras, el
porte y el ejemplo general de la hermana G enseñan una lección
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completamente diferente de la que enseñó nuestro Señor. Ella pierde
mucho al pasar por alto las bendiciones presentes que tiene a su
alcance y al buscar inquietamente la felicidad. Sus esfuerzos no son
recompensados, y su infructuosa búsqueda le causa mucha infeli-
cidad a ella misma y a todos los que la rodean. Su inquietud, su
espíritu ansioso y perturbado, se expresa en su semblante y proyecta
una sombra. Esa tristeza, ese descreimiento y descontento favorecen
las tentaciones del enemigo. Por su continua desconfianza, al bus-
carse problemas, ella proyecta una sombra en lugar de esparcir un
rayo de sol.
El hermano G debiera ser paciente y tolerante, y con cuidado
protegerla de cargas innecesarias; porque no está preparada para
llevarlas. A su vez, ella debiera cuidarse del enemigo, debiera acep-
tar las cargas de la vida sin murmuración y llevarlas con alegría,