Página 603 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La causa en Vermont
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carácter y la necesidad de una voluntad firme y bien dirigida. En este
tiempo, la mayoría de los niños son dejados para que crezcan de por
sí. No se les enseña la necesidad de desarrollar sus facultades físicas
y mentales con un buen propósito para que su influencia sea una
bendición para la sociedad, y que estén capacitados para embellecer
la vida cristiana y perfeccionar la santidad en el temor de Dios.
El hermano J se ha equivocado al confiar su propiedad a sus
hijos. Les ha dado responsabilidades que no estaban preparados para
llevar. Colocó sus medios económicos fuera de su control, y juntó
dinero de sus hermanos por una débil labor. No ha glorificado a
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Dios con su proceder acerca de su propiedad. Ha excusado el mal
comportamiento de sus hijos, que no están de acuerdo con nuestra
fe ni con la norma bíblica. Virtualmente les ha dicho a los malvados,
les irá bien, cuando Dios claramente ha declarado que les irá mal.
Estos errores del hermano J muestran una gran falta de sabiduría
celestial, y en gran medida lo han descalificado para la solemne obra
que descansa sobre el fiel ministro de Cristo. ¿Qué podrá alegar
el hermano J ante Dios cuando el Maestro le pida cuenta de su
mayordomía? Ha sido guiado por la mente no consagrada de sus
hijos, y no ha sentido la necesidad de buscar el consejo de los siervos
de Dios que estaban en la luz. Ha sido guiado por su simpatía
pervertida y ha errado en su juicio. Se ha movido como un ciego. Su
conducta lo ha perjudicado a sí mismo y a la causa de Dios.
Lo que Vermont necesita no son sólo predicadores que vayan
por las iglesias y oren y exhorten ocasionalmente. Continuamente
se podría llamar a nuevos obreros de entre el pueblo de Dios en
Vermont. Se necesitan fervientes y celosos obreros para fortalecer
las cosas que restan, sirviendo a las necesidades espirituales del
pueblo. En todos lados, especialmente en Vermont, la causa de Dios
necesita portacargas. Los obreros recorren una y otra vez el mismo
territorio, pero si logran algo es muy poco. Hacen buenas visitas a
los hermanos, y frecuentemente esto es todo lo que realizan. Y sin
embargo, esperan ser remunerados por el tiempo que ocupan.
Se me presenta el caso del hermano y la hermana K mientras
escribo. No se han preocupado por los demás. No han sentido la
responsabilidad que tienen de llevar cargas. Se me mostró que el
hermano K, entre otros, ha sentido que tenía una obra que hacer para
el Señor. Por cierto que la tiene, y también la tienen muchos otros,