Página 610 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
tienen una fe genuina en aquel que les ha confiado las bendiciones
y mercedes de la vida, y que les ha dado talentos para que los usen
para su gloria en el avance de su causa.
Muchos tienen una preocupación tan constante por sí mismos,
que no le dan a Dios ninguna oportunidad de cuidar de ellos. Si a
veces sintieran un poco de escasez y se vieran en estrecha situación,
sería mejor para su fe. Si con calma confiaran en Dios y esperaran
que él obrara en su favor, su necesidad sería la oportunidad de Dios;
y su bendición en la emergencia de ellos aumentaría su amor hacia él
y los llevaría a apreciar sus bendiciones temporales de un modo más
elevado que antes. Su fe aumentaría, su esperanza se iluminaría, y la
alegría tomaría el lugar de la melancolía, la duda y la murmuración.
La fe de muchos no se desarrolla por falta de ejercicio.
Lo que está desgastando los órganos vitales del pueblo de Dios
es el amor al dinero y la amistad con el mundo. Es el privilegio
del pueblo de Dios ser brillantes, fulgurantes luces en el mundo,
aumentar su conocimiento de Dios, y tener una clara comprensión
de su voluntad. Pero los cuidados de esta vida y el engaño de las
riquezas ahogan la semilla plantada en su corazón, y no llevan fruto
para su gloria. Profesan fe, pero no es una fe viva, porque no está
sostenida por las obras. La fe sola, sin obras, es muerta. Los que
profesan una gran fe, y no tienen obras, no se salvarán por su fe.
Satanás cree en la verdad y tiembla, no obstante esta clase de fe no
tiene ninguna virtud. Muchos que han hecho una elevada profesión
de fe son deficientes en buenas obras. Si mostraran su fe por sus
obras ejercerían una poderosa influencia en favor de la verdad. Pero
no aprovechan los talentos en bienes que Dios les ha prestado. Los
que piensan aquietar su conciencia legando sus propiedades a sus
hijos, o privando de ellas a la causa de Dios y pasándolas a hijos
incrédulos e imprudentes, para que las despilfarren o las amontonen
y las adoren, tendrán que rendir cuentas a Dios; son mayordomos
infieles del dinero de su Señor. Permiten que Satanás los dirija
por medio de esos hijos, cuyas mentes están bajo su control. Los
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propósitos de Satanás se cumplen de muchos modos, mientras que
los mayordomos de Dios parecen atontados y paralizados; no se dan
cuenta de su gran responsabilidad y del rendimiento de cuentas que
ha de llegar pronto.