Página 617 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La causa en Vermont
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que el Señor pidiera una porción del pequeño talento que les había
confiado), y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es
tuyo”. Su Señor contestará: “Siervo malo y negligente, sabías que
siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto,
debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera
recibido lo que es mío con los intereses. Porque al que tiene, le será
dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro
y el crujir de dientes”.
Mateo 25:24-30
.
Muchos que tienen muy poco en este mundo están representados
por el hombre con un talento. Temen confiar en Dios. Temen que
les requerirá algo que consideran suyo. Esconden su talento en la
tierra, porque temen invertirlo, pues quizá se los llame a devolver
los intereses a Dios. En lugar de entregar el talento a los cambistas,
como Dios requiere, lo entierran, o esconden donde ni Dios ni el
hombre pueden beneficiarse de él. Muchos que profesan amar la
verdad están haciendo justamente eso. Están engañando su propia
alma, pues Satanás ha enceguecido sus ojos. Al robar a Dios se han
robado más a sí mismos. Por causa de la codicia y de un corazón
malvado y descreído, se han privado del tesoro celestial. Porque
tienen sólo un talento, temen confiarlo a Dios, y así lo esconden
en la tierra. Se sienten libres de responsabilidad. Les gusta ver
progresar la causa, pero no consideran que se les requiere practicar
la abnegación y ayudar a la obra con su propio esfuerzo individual y
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con sus recursos, aunque no tengan grandes bienes.
Todos debieran hacer algo. El caso de la viuda que entregó sus
dos blancas está registrado para el beneficio de los demás. Cristo la
alabó por el sacrificio que hizo y llamó la atención de sus discípulos
al hecho: “De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que
todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de
lo que les sobra; pero ésta de su pobreza echó todo lo que tenía,
todo su sustento”.
Marcos 12:43-44
. Cristo consideró su dádiva de
más valor que las grandes ofrendas de los más ricos. Ellos daban
de su abundancia. No pasarían la menor privación por causa de sus
ofrendas. Pero la viuda se había privado aun de lo imprescindible
para la vida con el fin de dar su pequeña ofrenda. No sabía cómo
serían provistas sus necesidades futuras. No tenía esposo que la
mantuviera. Confiaba en Dios para el mañana. El valor de la dádiva