Página 618 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
no se estima tanto por la cantidad que se dé, sino según la proporción
y el motivo que inspira la dádiva. Cuando Cristo venga, trayendo su
recompensa, dará a cada uno según sus obras.
A todos, tanto encumbrados como humildes, ricos y pobres, el
Maestro les ha confiado talentos; a algunos más, a otros menos, de
acuerdo con sus distintas habilidades. La bendición de Dios recaerá
sobre los obreros fervientes, amantes y diligentes. Su inversión será
exitosa, conseguirá almas para el reino de Dios y un tesoro inmortal
para ellos mismos. Todos son agentes morales, y a todos se les han
confiado los bienes del cielo. Los talentos están en proporción con
las capacidades de cada uno.
Dios le da a cada hombre su obra, y espera ganancias de acuerdo
a los distintos talentos concedidos. No requiere un aumento de diez
talentos al hombre a quien ha dado sólo uno. No espera que el
hombre pobre dé limosnas como el rico. No espera de los débiles y
sufrientes, la actividad y la fuerza que tiene el hombre sano. Dios
aceptará, “según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”, el único
talento, usado del mejor modo.
Dios nos llama siervos, lo que implica que somos empleados por
él para hacer determinada obra y llevar ciertas responsabilidades.
Nos ha prestado un capital para invertir. No es
nuestra
propiedad, y
desagradamos a Dios si acaparamos los bienes de nuestro Señor o
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los gastamos como nos plazcan. Somos responsables por el uso o el
abuso de lo que Dios nos ha prestado. Si este capital que el Señor ha
colocado en nuestras manos permanece inactivo, o lo enterramos,
aunque sea un solo talento, seremos llamados por el Maestro a rendir
cuenta. El requiere, no lo nuestro, sino lo suyo con intereses.
Cada talento que regresa al Maestro será escudriñado. Las obras
y los depósitos recibidos por los siervos de Dios no se considerarán
como un asunto sin importancia. Se tratará con cada individuo
personalmente y se le requerirá cuenta de los talentos que le fueron
confiados, sea que los hayamos aumentado o los hayamos usado
mal. La recompensa que se concede estará en proporción al aumento
de los talentos. El castigo será de acuerdo al mal uso de los talentos.
La pregunta de cada uno debiera ser: ¿Qué tengo que pertenece
a mi Señor, y cómo lo usaré para su gloria? “Negociad dice Cristo,
entre tanto que yo vengo”. El Maestro celestial está en viaje de
regreso. Nuestra bondadosa oportunidad es ahora. Los talentos están