Página 620 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
testimonio, y su ejemplo puedan tener sabor de vida para vida o de
muerte para muerte.
Los hermanos D necesitan ser guardados para que no desbaraten
los proyectos de Dios con planes propios. Corren el peligro de
restringir la obra de Dios, que es profunda y extensa.
El hermano D estará en peligro de adoptar una visión de ma-
siado restringida de la obra. Dios le ha dado una experiencia que
será de valor si la usa correctamente. Pero hay peligro de que su
carácter peculiar dé forma a esa experiencia y que otras mentes sean
afectadas. La utilidad del hermano D como obrero no es la que, de
otro modo podría ser, si no tendiera tanto a concentrar el poder de
su mente en una idea. Se espacia en incidentes y en pensamientos
que ha tenido, y los repite en detalle, cuando no tienen importancia
para otros.
El tema de su salud captó el interés de su mente. Concentró el
poder de su mente en este asunto. El y sus síntomas eran el tema
principal de su conversación. Seguía detalladamente el curso que se
había propuesto, y al buscar su propia comodidad no consideraba
la molestia que causaba a los demás. Ha restringido su atención,
en gran medida, a su propio caso. Eso ocupaba sus pensamientos
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y era el tema de su conversación. Al seguir esa conducta estricta y
sistemática se ha privado de recibir el beneficio para su salud que
podría haber obtenido, si se hubiera olvidado más de sí mismo, y si
día tras día hubiese practicado ejercicio físico, hubiera desviado su
atención de sí mismo.
Las mismas deficiencias han caracterizado su trabajo en el campo
del Evangelio. Al hablar a la gente presenta muchas disculpas y
repite muchos preliminares, y la congregación se cansa antes que
llegue al tema principal. En lo posible, los ministros debieran evitar
las disculpas y los preliminares.
El hermano D es demasiado detallista. Se detiene en minucias.
Dedica tiempo a explicar puntos realmente sin importancia que se
darían por sentado sin necesidad de pruebas, pues son evidentes.
Pero los puntos reales y vitales debieran presentarse con tanta fuerza
como el lenguaje y las evidencias lo permitan. Debieran resaltar
como prominentes señaladores. Debieran evitar muchas palabras
para hablar de pequeños detalles, lo que cansa al oyente antes que
se traten los puntos importantes.