Página 627 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La transferencia de tesoros terrenales
Estimado Hno. N,
Me he sentido muy preocupada por su caso desde que lo conoci-
mos en el congreso de Tipton. Apenas pude contenerme de dirigirme
a usted personalmente cuando estaba hablando a la congregación
sobre las palabras de Cristo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde
la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen,
y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
Mateo 6:19-21
.
Recordé que su rostro me había sido mostrado en visión hace
algún tiempo. Usted pensaba que tenía el deber de predicar la Palabra
a otros; pero su ejemplo, su vida actual, estorbaría más la aceptación
de la verdad, de lo que podría hacer su predicación para convertir a
la gente. Usted profesa creer un mensaje muy solemne y probatorio;
sin embargo, su fe no ha sido sustentada por sus obras. Tiene la
teoría de la verdad, pero no ha sido convertido por ella. La verdad
no se ha posesionado de su corazón ni ha sido practicada en su vida
diaria.
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Usted necesita convertirse, transformarse por la renovación de
su mente. Cuando la verdad se posesione de su corazón, obrará una
reforma en su vida. El mundo incrédulo entonces se convencerá
de que hay un poder en la verdad que ha efectuado un cambio tan
grande en un hombre amante del mundo como era usted. Usted ama
este mundo. Sus tesoros están aquí, y su corazón está en sus tesoros.
Y a menos que el poder de la verdad separe sus afectos de su dios,
el cual es este mundo, perecerá con sus tesoros.
Usted tiene muy poco sentido del carácter exaltado de la obra
para estos últimos días. No ha hecho sacrificios por la verdad. Tiene
un espíritu mezquino y tacaño, y ha cerrado los ojos a las necesida-
des de los angustiados y menesterosos. No ha sentido compasión
por aliviar las necesidades de los oprimidos, tampoco ha estado dis-
puesto a ayudar a la causa de Dios con sus bienes o a proveer para
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