Página 628 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
las necesidades de los que sufren. Su corazón está en sus tesoros
terrenales. A menos que se sobreponga a su amor por las cosas del
mundo, no tendrá lugar en el reino de los cielos.
El joven rico preguntó a Jesús qué debía hacer para heredar la
vida eterna. Jesús le señaló los Diez Mandamientos de su Padre,
diciéndole que la obediencia a ellos era necesaria para su salvación.
Cristo le dijo que él conocía los mandamientos, y que si los obe-
decía, tendría vida. Nótese su respuesta: “Maestro, todo esto lo he
guardado desde mi juventud”. A este joven engañado Jesús lo mira
con piedad y amor. Está a punto de revelarle que falla en no guardar
de corazón los mandamientos que confiadamente aseveró que estaba
obedeciendo. Jesús le dice: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo
que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven,
sígueme, tomando tu cruz”.
Marcos 10:21
.
Jesús llama la atención de este joven directamente al defecto de
su carácter. El cita su propia vida de abnegación, en la que aceptó
llevar su cruz. Había dejado todo por la salvación del hombre, instó
al joven a imitar su ejemplo, y le aseguró que debiera tener un tesoro
en el cielo. ¿Saltó de gozo el corazón del joven ante la seguridad
de que de cierto tendría un tesoro en el cielo? ¡Oh, no! Sus tesoros
terrenales eran su ídolo, eclipsaban el valor de la herencia eterna.
Se vuelve de la cruz, de la vida de sacrificio del Redentor, hacia
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este mundo. Siente un persistente deseo por la herencia celestial, no
obstante se muestra reacio a aceptar la perspectiva. Fue una lucha
decidir qué elegir, pero finalmente decidió continuar con su amor
por sus tesoros terrenales.
Este joven tenía grandes posesiones, y su corazón estaba fijo en
ellas. No podía consentir en transferir sus tesoros al cielo apartando
sus afectos de ellos y haciendo bien con ellos bendiciendo a la viuda
y al huérfano, y ser así rico en buenas obras. El amor de este joven por
sus tesoros terrenales era más fuerte que su amor por sus semejantes
y por la herencia inmortal. Hizo su elección. El incentivo presentado
por Cristo, de asegurarse un tesoro en el cielo, fue rechazado, por
cuanto no podía consentir en cumplir con las condiciones. El poder
de su amor por sus riquezas terrenales triunfó, y el cielo, con toda su
atractiva gloria, fue sacrificado por los tesoros del mundo. El joven
estaba muy triste, por cuanto quería los dos mundos; y sacrificó el
celestial por el terrenal.