Página 630 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Dice: Vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en
el cielo. El remedio que Jesús propone a los ricos es transferir sus
afectos de las riquezas terrenales a la herencia eterna. Al invertir
sus recursos en la causa de Dios para ayudar en la salvación de las
almas, y al bendecir a los necesitados con sus bienes, llegan a ser
ricos en buenas obras y están “atesorando para sí buen fundamento
para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”.
1 Timoteo
6:19
. Esta será una inversión segura. Pero muchos muestran por sus
obras que no se atreven a confiar en el banco del cielo. Prefieren
invertir sus recursos en la tierra más bien que enviarlos para que
los precedan al cielo, para que sus corazones puedan estar en sus
tesoros celestiales.
Hermano mío, usted tiene una obra ante sí, esforzarse por vencer
la codicia y el amor a las riquezas mundanales, y especialmente
la confianza en sí mismo debido al éxito aparente que ha tenido
en conseguir las cosas de este mundo. Los pobres hombres ricos,
que profesan servir a Dios, son dignos de piedad. Mientras profesan
conocer a Dios, por sus obras lo niegan. ¡Cuán grande es la oscuridad
de tales personas! Profesan creer en la verdad, pero sus obras no
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están de acuerdo con su profesión. El amor a las riquezas los hace
egoístas, exigentes y altaneros. La riqueza es poder, con frecuencia
el amor a ellas deprava y paraliza todo lo noble y toda semejanza a
Dios que hay en el hombre.
Las riquezas acarrean grandes responsabilidades. Obtener rique-
zas por medios injustos, estafando en las transacciones comerciales,
oprimiendo a la viuda y al huérfano o acaparando riquezas y dis-
tendiendo las necesidades de los indigentes, eventualmente traerá
la justa retribución descrita por el inspirado apóstol: “¡Velad ahora,
ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras
riquezas están podridas, y vuestras ropas comidas de polilla. Vuestro
oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros,
y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado
tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obre-
ros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha
sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado
han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos”.
Santiago 5:1-4
.
Los más humildes y los más pobres de los fieles discípulos de
Cristo, ricos en buenas obras, son más benditos y más preciosos a la