Página 648 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
familia, el padre debiera confesar a Dios los pecados cometidos por
él mismo y por sus hijos durante el día. Los pecados que ha llegado
a conocer, y también los que son secretos, de los que sólo Dios tiene
conocimiento, debieran ser confesados. Este hábito, celosamente
practicado por el padre cuando está presente, o por la madre cuando
él está ausente, resultará en bendiciones para la familia.
La razón por la que los jóvenes de la era presente no tienen
más inclinación religiosa es que su educación es deficiente. No se
ejerce verdadero amor hacia los niños cuando se les permite que la
desobediencia a sus leyes quede sin castigo. Hacia donde se tuerce la
rama, hacia allí el árbol se inclina. Usted ama demasiado la comodi-
dad. No se sacrifica lo suficiente. Se requiere un esfuerzo constante,
una vigilancia constante y firme y ferviente oración. Mantenga la
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mente en un estado de oración, elevada a Dios; en lo que requiere
diligencia, no sea perezoso, sino ferviente en espíritu, sirviendo al
Señor.
Usted no ha apreciado en su familia la santidad del sábado, ni la
ha enseñado a sus hijos, ni les ha requerido la necesidad de guardarlo
de acuerdo con el mandamiento. Su entendimiento no es claro ni
está dispuesto a discernir el alto nivel que debemos alcanzar a fin de
observar los mandamientos. Pero Dios lo ayudará en sus esfuerzos
cuando emprenda la tarea seriamente. Usted debiera tener un control
perfecto de sí mismo, entonces podrá tener más éxito al controlar a
sus hijos cuando se muestran díscolos. Usted tiene una gran tarea
para enmendar su negligencia pasada; pero no se le exige que la
realice con su propia fuerza. Angeles ministradores lo ayudarán en
la obra. No abandone el trabajo ni deje la tarea, sino empréndala con
voluntad y repare su larga negligencia. Debe tener una visión más
alta de las demandas de Dios acerca de su día santo. Todo lo que se
pueda hacer en los seis días que Dios le ha dado, debiera ser hecho.
No debiera robar a Dios ni una hora del tiempo santo. Se prometen
grandes bendiciones a los que tienen en alta estima al sábado y se dan
cuenta de las obligaciones de descansar en ese día: “Si retrajeres del
día de reposo tu pie (de pisotearlo, de anularlo), de hacer tu voluntad
en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y
lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu
voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en
Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a