Página 653 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Responsabilidad por la luz recibida
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siguieran su ejemplo, pues ahora es débil y deficiente, cuando podría
ser fuerte y estar bien capacitado para la obra.
El hermano R pudo hacer muy poco por usted. Sus labores fueron
dirigidas con poco juicio. Se equivocó al interesarse especialmente
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por los que pensaban que debían llegar a ser maestros. Si no hubiera
tocado el caso de un ministro de Maine, y si hubiera trabajado en
nuevos campos donde no había habido adventistas, muchos hubieran
sido traídos al conocimiento de la verdad. El hermano S ha estado
avanzando lentamente y su desarrollo de la paciencia, el dominio
propio y la tolerancia es más agradable a Dios; y sin embargo hay
una obra mucho mayor que hacer por él antes que pueda ser un
ministro de éxito en la causa y haga progresar la obra de Dios.
El hermano R se interesó mucho en su caso, pero usted se negó a
que lo ayudara. A usted se le dedicó tiempo y esfuerzo, se arreglaron
las cosas especialmente en beneficio suyo, para vencer su prejuicio y
ganarlo para la verdad, hasta que su indolencia y descreimiento ago-
taron la paciencia del hermano R. Entonces hubo un cambio en su
estrategia, y él lo presionó para que tomara una decisión y anduviera
en la luz y la evidencia que usted había recibido. Usted consideró
que este sincero esfuerzo del hermano R lo estaba apremiando y ur-
giendo. Su temperamento obcecado se puso en evidencia; se levantó
en contra de su proceder y rechazó los esfuerzos que él hizo para
ayudarlo. De este modo usted se perjudicó, desalentó al hermano R
y desagradó a Dios. Sus sentimientos hacia el hermano R no fueron
cristianos. Se gloriaba en resistir los esfuerzos que él hacía en su
favor. El Señor bendijo los esfuerzos del hermano R para levantar
un pueblo en el estado de Maine. Esta labor fue dura y penosa y
usted contribuyó a que así fuera. No se dio cuenta cuán difícil estaba
haciendo el trabajo para los que Dios había enviado a presentar la
verdad al pueblo. Estaban agotando sus energías para que la gente
se decidiera con referencia a la verdad, y usted y otros ministros
se interpusieron abiertamente en su camino. Dios estaba obrando
por intermedio de sus ministros para atraer a la gente a la verdad,
mientras Satanás obraba por intermedio suyo y de otros ministros
para desalentarlos y neutralizar su labor. Los mismos hombres que
profesaban ser vigías y quienes, si hubiesen escuchado el consejo de
Dios, habrían sido los primeros en recibir la palabra de advertencia y
en darla a la gente, estuvieron entre los últimos en aceptar la verdad.