Página 66 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Sin embargo, no vacilamos en decir que la carne no es necesaria
para tener salud y fuerza. Se la usa porque el apetito depravado la
desea. Su consumo excita las propensiones animales y fortalece las
pasiones de la misma naturaleza. Cuando aumentan estas propensio-
nes, decrecen las facultades intelectuales y morales. El consumo de
carne tiende a hacer tosco el cuerpo y embota las finas sensiblidades
de la mente.
El pueblo que se está preparando para ser santo, puro y refinado,
y ser introducido en la compañía de los ángeles celestiales, ¿habrá
de continuar quitando la vida de los seres creados por Dios para
sustentarse con su carne y considerarla como un lujo? Por lo que
el Señor me ha mostrado, habrá que cambiar este orden de cosas,
y el pueblo de Dios ejercerá templanza en todas las cosas. Los que
se sustentan mayormente con carne no pueden evitar comer la de
animales que en mayor o menor grado están enfermos. El proceso
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de preparar los animales para el mercado, produce enfermedad en
ellos; y aun cuando se hallen en el mejor estado de salud posible, se
acaloran y enferman al ser arreados antes de llegar al mercado. Los
fluidos y las carnes de estos animales enfermos pasan directamente
a la sangre y al sistema circulatorio del cuerpo humano para conver-
tirse en fluidos y carnes del mismo. Así se introducen humores en el
organismo. Y si la persona tiene ya sangre impura, ésta se empeora
por el consumo de la carne de esos animales. El peligro de contraer
una enfermedad aumenta diez veces al comer carne. Las facultades
intelectuales, morales y físicas quedan perjudicadas por el consumo
habitual de carne. El comer carne trastorna el organismo, anubla el
intelecto y embota las sensibilidades morales. Os decimos, amados
hermanos y hermanas, que la conducta más segura consiste en dejar
la carne.
El consumo de té y café perjudica también el organismo. Has-
ta cierto punto, el té intoxica. Penetra en la circulación y reduce
gradualmente la energía del cuerpo y de la mente. Estimula, excita,
aviva y apresura el movimiento de la maquinaria viviente, imponién-
dole una actividad antinatural, y da al que lo bebe la impresión de
que le ha hecho un gran servicio infundiéndole fuerza. Esto es un
error. El té sustrae energía nerviosa y debilita muchísimo. Cuando
desaparece su influencia y cesa la actividad estimulada por su uso,
¿cuál es el resultado? Una languidez y debilidad que corresponden