Página 68 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Tiene una obra que hacer para poner su casa en orden. Puri-
fíquese de toda inmundicia de carne y espíritu, para perfeccionar
la santidad en el temor de Dios. Debe hacer esfuerzos fervientes
para descubrir sus errores, y con temor de Dios, apoyándose en su
fortaleza, apártese de ellos. Querido hermano, querida hermana: Tie-
nen que reformarse en cuanto al orden. Debieran cultivar amor por
la pulcritud y la estricta limpieza. Dios es un Dios de orden. No
aprueba hábitos de descuido y desorden en ninguno de los miembros
de su pueblo. En su ropa, en su casa, en todas las cosas, manifiesten
buen gusto y orden. Se nos considera un pueblo peculiar. La reforma
relativa a la vestimenta establece un contraste notable con las modas
del mundo. Los que adoptan esta forma de vestir debieran manifestar
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buen gusto y orden, y estricta limpieza en todo su atuendo. No se
debiera aceptar un vestido o un traje a menos que esté confeccionado
en forma correcta y dispuesto con pulcritud. Porque no deberíamos
provocar el disgusto de los incrédulos por el descuido y la falta de
pulcritud de nuestra ropa, sino que debiéramos vestirnos modesta-
mente, teniendo en cuenta la salud y la limpieza, de manera que
nuestra forma de vestir se recomiende a sí misma frente al juicio de
las mentes sencillas.
Necesitáis mentes claras y enérgicas para apreciar el carácter
excelso de la verdad, para valorar la expiación y estimar debidamente
las cosas eternas. Si seguís una conducta equivocada y erróneos
hábitos de comer, y por ello debilitáis las facultades intelectuales,
no estimáis la salvación y la vida eterna como para que os inspiren
a conformar vuestras vidas con la de Cristo; ni haréis los esfuerzos
fervorosos y abnegados para conformaros con la voluntad de Dios
que su Palabra requiere, y que necesitáis para que os den la idoneidad
moral que merecerá el toque final de la inmortalidad.
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