El descuido de la reforma pro salud
Queridos hermanos I,
El Señor me ha mostrado algunas cosas con respecto a ustedes
que me siento en el deber de escribir. Se encuentran entre los que
se me presentaron como remisos a poner en práctica la reforma pro
salud. La luz ha resplandecido sobre la senda que transita el pueblo
de Dios, no obstante lo cual no todos avanzan de acuerdo con ella,
ni siguen tan rápidamente como lo indican las providencias de Dios
al abrir caminos delante de ellos. Mientras no lo hagan, estarán en
tinieblas. Si Dios ha hablado a este pueblo, quiere que oiga y obe-
dezca su voz. El sábado pasado, mientras hablaba, vi nítidamente
delante de mí los rostros pálidos de ustedes tal como me fueron mos-
trados. Vi el estado de salud de ustedes, y las enfermedades que han
padecido por tanto tiempo. Se me mostró que no han vivido en forma
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sana. Sus apetitos han sido malsanos, y han complacido el gusto a
expensas del estómago. Han introducido en él sustancias a partir de
las cuales es imposible producir buena sangre. Esto ha sobrecargado
el hígado, porque los órganos digestivos se han desajustado. Los dos
tienen hígados enfermos. La reforma pro salud sería de gran bene-
ficio para ambos, si la pusieran en práctica estrictamente. Ustedes
no han hecho esto. El apetito de ustedes es morboso, y como no les
gusta un régimen sencillo, compuesto por harina integral, frutas y
verduras preparadas sin condimentos ni grasa, están transgrediendo
continuamente las leyes que Dios ha establecido para su organismo.
Mientras lo hagan, tendrán que sufrir las consecuencias; porque
para cada transgresión hay una sanción establecida. ¡Y ustedes se
asombran de que permanentemente padecen de mala salud!
Tengan la seguridad de que Dios no va a realizar un milagro
para salvarlos de las consecuencias de su propia conducta. Ustedes
no han dispuesto de una cantidad de aire suficiente. El Hno. I ha
trabajado en su negocio, dedicándose intensamente a su trabajo,
respirando muy poco aire y haciendo muy poco ejercicio. Su sangre
circula lentamente. Al respirar, el aire sólo llena la parte superior de
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