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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
los pulmones. Muy pocas veces ejercita los músculos abdominales
al respirar. El estómago, el hígado, los pulmones y el cerebro están
sufriendo por causa de la falta de una respiración profunda y plena,
que de producirse electrificaría la sangre y le impartiría un color bri-
llante y vivo, que es lo único que puede mantener pura la maquinaria
humana, dándole tonicidad y vigor a cada uno de sus órganos.
Ustedes mis queridos hermanos, podrían gozar de mucha mejor
salud de la que actualmente tienen, y podrían evitarse muchísimos
malestares, si solamente ejercieran temperancia en todas las cosas:
en el trabajo, en el comer y en el beber. Las bebidas calientes debili-
tan el estómago. Jamás se debiera comer queso. La harina refinada
no puede proporcionar al organismo el alimento que existe en el pan
integral. El uso constante de pan hecho con harina refinada no puede
mantener el organismo en buenas condiciones de salud. Ustedes dos
tienen hígados perezosos. El consumo de harina refinada agrava las
dificultades en medio de las cuales ustedes están trabajando.
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No hay tratamiento que pueda aliviar las dificultades por las
cuales están pasando actualmente mientras sigan comiendo y be-
biendo como lo hacen. Pueden hacer por sí mismos lo que el más
experimentado de los médicos no podría hacer jamás. Modifiquen
su régimen de alimentación. Para complacer el gusto, a menudo
ustedes someten los órganos de la digestión a un trabajo excesivo al
introducir en el estómago alimentos que no son los más sanos, y en
ocasiones en cantidades inmoderadas. Esto cansa el estómago, y lo
descalifica para recibir aun los alimentos más sanos. Cada uno de
ustedes mantiene su estómago permanentemente debilitado como
consecuencia de su mala manera de alimentarse. Los alimentos que
ustedes preparan son demasiado sustanciosos. No los preparan en
forma sencilla y natural, sino que son totalmente inadecuados para el
estómago, puesto que ustedes los han preparado para complacer sus
gustos. El organismo se sobrecarga, y trata de resistir los esfuerzos
que ustedes hacen para malograrlo. Los escalofríos y la fiebre son
los resultados de esos intentos de librarse de la carga que ustedes
depositan sobre él. Tienen que sufrir el castigo que corresponde a
la violación de las leyes de la naturaleza. Dios ha establecido le-
yes que gobiernan el organismo que ustedes no pueden violar sin
sufrir el castigo correspondiente. Se han sometido a sus gustos sin
preocuparse de la salud. Han hecho algunos cambios; pero apenas