Página 98 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
que las ubicarán en el mismo nivel de las cosas comunes. La luz que
nos muestra que la enfermedad es la consecuencia de comer esos
alimentos de mala calidad ha llegado tan pronto como el pueblo de
Dios la ha podido aceptar. ¿Ha prestado atención usted a la luz?
Usted ha marchado en dirección contraria a la luz que el Señor ha
tenido a bien darnos con respecto al uso del tabaco. La complacencia
del apetito ha eclipsado la luz dada por el cielo, y usted ha hecho
un dios de este hábito dañino. Es su ídolo. Se ha inclinado ante
él en lugar de hacerlo ante Dios, mientras profesaba tener gran fe
en las visiones, pero haciendo todo lo contrario de lo que ellas
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indicaban. Por años no ha avanzado un solo paso en la vida divina;
por el contrario, se ha ido debilitando y entenebreciendo cada vez
más. Usted se ha sentido profundamente afligido por causa de la
conducta del Hno. P, que se ha opuesto a la verdad como lo ha hecho.
Ha reconocido la forma débil y sin ánimo con que la iglesia hizo
frente a esa oposición. Es verdad que él ha sido un gran obstáculo
para el progreso de la obra en _____. Pero la conducta que usted ha
seguido, mientras profesaba conocer la verdad y tener experiencia en
la causa de Dios, ha sido un obstáculo mayor que aquél. Si hubiera
perseverado en el consejo de Dios, y hubiera sido santificado por la
verdad que profesaba creer, el Hno. P no habría abrigado todas las
dudas que tenía. Su actitud de defensor de las visiones ha sido un
tropezadero para los que no creían. Se me mostró que su hermano
trató de perseverar bajo la pesada carga que significó para él la triste
condición de la iglesia, hasta que casi sucumbió bajo el peso que
estaba llevando, y se fue para salvar su vida. Vi que el cuidado de
Dios reposa sobre el Hno. R y su esposa, y que si su fe permanece
inconmovible verán la salvación de Dios en su casa y en su iglesia.
Se me mostró el caso del querido Hno. S y de su esposa. Han
estado pasando por aguas tenebrosas, y las olas casi les han cubierto
la cabeza; pero Dios los ha amado, y si sólo le confían sus cami-
nos, él los sacará purificados del horno de aflicción. El Hno. S ha
dirigido su mirada hacia el lado tenebroso, y ha dudado si era un
hijo de Dios o no; ha dudado de su salvación. Vi que no debería
trabajar tanto para creer, sino confiar en Dios como un niño confía
en sus padres. Se preocupa demasiado, tanto, que la preocupación
lo aparta de los brazos de Jesús, y le da al enemigo la oportunidad
de tentarlo y molestarlo. Dios conoce la debilidad del cuerpo y de la