Página 109 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Lejos de las ciudades
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Muchos otros inconvenientes resultan también de establecer las
instituciones médicas importantes en las ciudades grandes.
¿Por qué se habría de privar a los enfermos de las propiedades
curativas que se hallan en la vida al aire libre? Se me ha mostrado
que si a los enfermos se les estimula a salir de sus habitaciones y a
pasar su tiempo al aire libre, a cultivar flores o a realizar algún trabajo
fácil y agradable, su espíritu se desviará de su persona hacia objetos
más favorables para su curación. El ejercicio al aire libre debiera
prescribirse como una necesidad bienhechora y vivificadora. Cuanto
más se pueda exponer al enfermo al aire vivificante, tanto menos
cuidados necesitará. Cuanto más alegres sean los alrededores, tanto
más henchido quedará de esperanza. Rodead a los enfermos de las
cosas más hermosas de la naturaleza. Colocadlos donde puedan ver
crecer las flores y oír el gorjeo de los pajaritos y su corazón cantará
al unísono con los trinos de las aves. Encerradlos, por el contrario,
en habitaciones, y se volverán tristes e irritables, por elegantemente
amueblada que esté la pieza. Dadles los beneficios de la vida al
aire libre. Elevarán su alma a Dios y obtendrán alivio corporal y
espiritual.
“¡Lejos de las ciudades!” Tal es mi mensaje. Hace mucho que
nuestros médicos deberían haber advertido esa necesidad. Espero y
creo que ahora verán su importancia, y ruego a Dios que así sea. Se
acerca el tiempo cuando las grandes ciudades serán visitadas por los
juicios de Dios. Antes de mucho, esas ciudades serán sacudidas con
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violencia. Cualesquiera que sean las dimensiones y la solidez de los
edificios, cualesquiera que sean las precauciones tomadas contra el
incendio, si el dedo de Dios toca esas casas, en algunos minutos o
algunas horas quedarán reducidas a escombros.
Las impías ciudades de nuestro mundo serán destruídas. Me-
diante las catástrofes que ocasionan actualmente la ruina de grandes
edificios y de barrios enteros, Dios nos muestra lo que acontecerá
en toda la tierra. Nos ha dicho: “De la higuera aprended la parábola:
Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el
verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis todas estas
cosas, sabed que [el Hijo del hombre] está cercano, a las puertas.”
Mateo 24:32, 33
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