Página 122 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
como instituciones adventistas del séptimo día, para representar las
diversas características de la obra misionera médica evangélica, y
así preparar el camino para la venida del Señor. Debemos demostrar
que procuramos trabajar en armonía con el cielo. Debemos testificar
a toda nación, tribu y lengua que somos un pueblo que ama y teme
a Dios, un pueblo que santifica su monumento recordativo de la
creación, la señal puesta entre él y sus hijos obedientes para mostrar
que los santifica. Y debemos manifestar claramente nuestra fe en la
pronta venida del Señor en las nubes del cielo.
Como pueblo nos ha humillado grandemente la conducta que
han seguido algunos de nuestros hermanos de responsabilidad al
apartarse de los antiguos jalones. Hay quienes, a fin de llevar a cabo
sus planes, negaron su fe por sus palabras. Esto demuestra cuán poca
confianza se puede poner en la sabiduría y el juicio humanos. Como
nunca antes, necesitamos ver ahora el peligro que corremos de ser
desviados inadvertidamente de nuestra lealtad a los mandamientos
de Dios. Necesitamos comprender que Dios nos ha dado un mensaje
decidido de amonestación para el mundo, así como dió a Noé un
mensaje de amonestación para los antediluvianos.
Procure nuestro pueblo no menoscabar la importancia del sábado
para vincularse con los incrédulos. Tenga cuidado de no apartarse
de los principios de nuestra fe y de no dar la impresión de que no
es malo conformarse al mundo. Sienta gran temor de prestar oído
a los consejos de cualquier hombre, fuere cual fuere su puesto, si
obra en forma contraria a lo que Dios ha realizado para mantener a
su pueblo separado del mundo.
El Señor está probando a su pueblo, para ver quién será leal a
los principios de su verdad. Nuestra obra consiste en proclamar al
mundo los mensajes del primer ángel, el segundo y el tercero. En el
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desempeño de nuestros deberes, no debemos despreciar ni temer a
nuestros enemigos. No está de acuerdo con la orden de Dios que nos
liguemos por contratos con los que no son de nuestra fe. Debemos
tratar con bondad y cortesía a los que se niegan a ser leales a Dios,
pero nunca hemos de unirnos con ellos para consultarlos acerca
de los intereses vitales de su obra. Poniendo nuestra confianza en
Dios, debemos avanzar firmemente, hacer su obra con abnegación,
confiar humildemente en él, entregarnos a su providencia nosotros
mismos y todo lo que concierne a nuestro presente y futuro, mantener